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ALFREDO PAYÁ | Arquitecto

"El coche sobra en las ciudades; el gran reto es humanizarlas"

"Seguir en la profesión es casi una práctica heroica hoy en día, pero la crisis sirvió para romper con la arquitectura de fiesta"

Alfredo Payá, ayer, en la sede gijonesa del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias. MARCOS LEÓN

Alfredo Payá (Alicante, 1961) no se considera un arquitecto "divino", sino "humano". Lo mismo diseña un centro cultural que se encarga de reformar una vivienda. "Me gusta todo tipo de trabajos. No importa tanto que la arquitectura sea pequeña o grande como su calidad", afirma pocos minutos después de aterrizar en el Aeropuerto de Asturias. Hacía once años que Payá, conocido por su obra en la Universidad de Alicante, no regresaba al Principado y ayer la playa de San Lorenzo, vista desde su hotel, le pareció "una maravilla". El Colegio Oficial de Arquitectos le llamó en febrero de 2007 para impartir una conferencia en su sede gijonesa y ayer repitió encargo.

- "Algo más que un edificio". ¿Qué quiere contar a través de este título?

-Lo que quiero es transmitir la idea de aprovechar la construcción de un edificio para ofrecer algo más de lo que te piden. Es una oportunidad para que en la cubierta, debajo o cerca de la construcción puedas producir un nuevo espacio público para la ciudad. Hay que conseguir que las edificaciones sean versátiles, transformables, que puedan albergar múltiples actividades... Y eso es un reto para el arquitecto.

- La última vez que ofreció una charla en Gijón fue hace once años. Entonces, no había crisis y se construía una barbaridad. ¿Cómo ha cambiado la arquitectura en este tiempo?

-La crisis fue muy negativa para nuestra profesión: se llevó por delante el 60% de los estudios de España y, desde entonces, el trabajo se ha reducido muchísimo. Seguir en la arquitectura es casi una práctica heroica. Las trabas que nos han puesto han sido brutales. Pero yo, que soy optimista, creo que la crisis también sirvió para romper con esa arquitectura de fiesta. Fue como decir: "Se acabó la fiesta y encima hay que pagar la cuenta". La crisis ha hecho reflexionar sobre lo que valen las cosas, y fruto de ello, salen obras muy interesantes. Se acabó la arquitectura de las estrellas, ahora es más coral y anónima.

- ¿El futuro está en la sostenibilidad energética?

-Hay una sensibilización mayor en temas medioambientales y lógicamente esa corriente llega a nuestros estudios. Al final, somos esponjas del mundo en el que vivimos. En mi oficina, por ejemplo, llevamos ya 15 años trabajando en esa dirección y lo tenemos tan interiorizado como llevar el agua a los lavabos. La sostenibilidad no es poner una placa solar, sino hacer una arquitectura con sentido común: dotar a los espacios de luz, de aislamiento térmico, acústico...

- ¿Cómo valora la obra asturiana?

-He oído hablar del Niemeyer y de la polémica del Calatrava, pero no conozco los edificios, así que no puedo opinar. Lo que sí puedo decir es que Niemeyer es un maestro para mí, admiro toda su obra.

- Vuelve a debatirse en Asturias la creación de un área metropolitana con los seis concejos más poblados, ¿qué opina sobre ello?

-Todo lo que sea comunicar núcleos urbanos para producir sinergias es siempre positivo. Es importante equilibrar equipamientos, no duplicar gastos, no hipotecar edificios que no hacen falta. A lo mejor no es necesario, por poner un ejemplo, que tres ciudades como Gijón, Oviedo y Avilés tengan cada una un palacio de congresos.

- Los coches cada vez tendrán menos protagonismo en la ciudad, o eso al menos pretende el plan de movilidad de Gijón. ¿Cómo afectará eso a la arquitectura?

-Cuanto más difícil se lo pongamos al coche, mejor. Y eso que yo antes era de la opinión contraria. Los vehículos sobran en las ciudades, hay que humanizarlas, incentivar el uso de otros medios de transporte y caminar. Porque al final los núcleos urbanos se convierten en embudos de tráfico. Pero creo que hay que actuar desde la sensibilización, no con prohibiciones: que si los días pares pueden circular, que si los impares no... Se trata de concienciar de que el uso del coche no es conveniente. Y por supuesto hay que caminar. En ciudades como Oviedo, Gijón o Avilés casi se puede ir andando a todos los sitios. Yo vivo en Alicante, que es un poco más grande, y no muevo el coche del garaje. Es más, se queda sin batería. Si todo el mundo dejase su vehículo en el garaje, las ciudades mejorarían. El gran reto que tiene el siglo XXI es humanizar las ciudades y eso a la arquitectura le sentará bien obviamente. Si en vez de una carretera delante de casa hay una plaza, eso hará más felices a quienes habiten allí. Respirará mejor la ciudad, en definitiva.

- En Gijón, Ministerio, Principado y Ayuntamiento han acordado recientemente cubrir las vías del tren en un tramo de unos tres kilómetros. ¿Tiene sentido eliminar la barrera ferroviaria si tenemos al lado polígonos industriales?

-No me aventuro a dar una respuesta concreta, por desconozco el caso. De cualquier forma, cubrir el área de influencia de una estación no está mal. Y sobre todo son necesarias cuando las vías fragmentan barrios.

- Sí, en Gijón sucede así.

-Yo creo que las barreras hay que derribarlas. Ahora bien, si la mejor solución es cubrir, soterrar o cualquier otra opción, no lo sé. Cada ciudad tiene su receta.

- Si tuviera la oportunidad de construir en Asturias, ¿qué tipo de obra le gustaría hacer?

-Eso es difícil... Seria bonito participar un proyecto que sirviera de nexo entre las tres principales ciudades; algo que se ubicase en el centro del Principado con un carácter integrador.

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