Gran concierto el ofrecido ayer en el teatro Jovellanos bajo el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA y titulado "Espiritualidad II". Se llenó el patio de butacas, aspecto que celebramos. No sé si sería el atractivo del programa o que Gijón está reaccionando a la belleza de la música. La OSPA se lo merece; nuestra orquesta es un conjunto sólido, expresivo e importante,
La audición se inició con la "Suite nº 1 en fa mayor" de Frederic Haendel, titulada "Música acuática". Esta obra se estrenó en 1717 por el capricho del rey Jorge I y su actuación se efectuó sobre río Támesis. Los músicos estaban a bordo de una barcaza, y se cuenta que el monarca quedó tan complacido que durante la travesía la interpretaron tres veces. Es una obra barroca, que tiene la adecuada sonoridad propia del aire libre y la sencillez nada esforzada de sus melodías y su armonía. Los protagonistas son los vientos; tres trompas, dos oboes y un fagot. Dividida en cinco movimientos, es música ligera, que sólo quiere entrener; sus airosos contrapuntos nos muestran al Haendel más festivo.
Tras el descanso un plato fuerte, la "Misa nº 5 en la bemol mayor", de Franz Schubert, para orquesta, coro y solistas. A duras penas cabían todos en el escenario. Entre la orquesta al completo, y el tamaño del Coro de la Fundación Princesa de Asturias, más los cuatro solistas? Menos mal que no se precisó un piano. Esta obra tiene una gran envergadura y ceremoniosidad. Es la quinta misa de este autor y la más lírica. Su maestría en la composición es evidente, pese a que Franz Schubert sólo tenía 25 años cuando la escribió. Consta de tres movimientos, el Kyrie, el Gloria, y el Credo. Su principio es espectacular. Tras los compases de la orquesta irrumpe el coro como un estallido, Kyrie, kyrie? Los solistas, soprano, mezzo, tenor y barítono, pese a la brevedad de sus respectivos papeles cumplieron.
La orquesta en su línea; soberbia. Y el Coro de la Fundación igual, sobresaliente. Era un papel difícil e intricado.
