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FRANCISCO SÁNCHEZ DE MUNIAíN GIL | Excoronel de Caballería

"Rezo todos los días un padrenuestro por la unidad de España, es mi pasión"

"La sociedad navarra de mi niñez, noble, guerrera y religiosa, no tiene nada que ver con la actual, pero hay que aceptar los nuevos tiempos"

Francisco Sánchez de Muniaín, en su casa, entre recuerdos de su vida militar y familiar. Marcos León

- Defínase, por favor.

-Nací en un pueblo de Navarra (1931), Dicastillo, cerca de Estella. Mi padre era médico rural. Tengo siete u ocho apellidos navarros. Fuimos nueve hermanos. El mayor me llevaba 22 años y era catedrático; le sustituyó Torcuato Fernández-Miranda en la dirección general de Enseñanzas Medias y Enseñanzas Universitarias. Entre los nueve había un jesuita, una monja y un militar. Sólo quedo yo. Estoy casado con una navarra y tenemos un hijo.

- ¿Había tradición militar en su familia?

-No, el único allegado fue el general Solchaga, que mandaba la brigada Navarra y entró en Gijón.

- ¿De pequeño jugaba a la guerra?

-Sí. En el 36 Navarra era un campamento y desfilábamos, hacíamos la instrucción y teníamos fusiles de juguete.

- ¿Cómo fue su formación?

-Hice el Bachiller con los Jesuitas de Tudela, fui mal estudiante, así que lo terminé en los Agustinos de El Escorial. Luego ingresé en la Escuela Militar de Zaragoza y posteriormente me trasladaron a Valladolid, donde está la Escuela de Caballería. Vine a Gijón de militar en 1966 y ya no me moví de aquí. Era capitán, ascendí a comandante, a teniente coronel y terminé de coronel.

- ¿No fue gastador: es usted muy alto?

-No, porque había otros tan altos y más fuertes que yo. Siempre fui delgado. Toda mi vida quise ser militar y cuando se lo dije a mi padre no me puso pegas.

- ¿Tiene usted alguna medalla?

-Tengo la Cruz de San Hermenegildo, la placa de San Hermenegildo, la Cruz del Mérito Militar de Primera Clase, la Medalla de Veterano? Pero lo que más valoro es que a los veinticinco años mis soldados me regalaron una metopa y a los cincuenta años también me celebraron. Vino mi hijo de los EE UU; vive allí y está casado con una norteamericana.

- A su edad, ¿ha sabido adaptarse a los cambios sociales?

-La sociedad navarra de mi niñez, noble y guerrera, que decíamos, y tan religiosa, no tiene nada que ver con la actual, pero hay que aceptar los tiempos.

- ¿Quién es su enemigo?

-Los que no quieren la unidad de España. Soy un español fanático y no me avergüenzo de decir que todos los días rezo un padrenuestro por la unidad de España. Mi pasión es España.

- ¿Y su político?

-Los navarros siempre hemos sido monárquicos. Yo soy de centro-derecha, pero con un gran sentido social, de la propiedad y de todo. No me hizo ninguna gracia que en la II República expulsaran a los Jesuitas de España, clausuraron el castillo de Javier y eso creó una corriente de espiritualidad que hizo que los navarros se acercaran más a San Francisco Javier. En la primera peregrinación al castillo de Javier, en 1886, el 4 de marzo, se juntaron 20.000 navarros. Esto tenía mucho mérito porque de Sangüesa a Javier no había carreteras, iban por caminos. Y fueron porque un año antes hubo una epidemia de cólera en toda España que causó miles de muertos y quisieron dar gracias porque en Navarra se había terminado. Así nació la primera Javierada.

- ¿Tiene usted una mentalidad que le prohíbe votar a la izquierda?

-No sé? Siempre voto a la derecha.

- ¿Que daría por veinte años menos?

-Yo acepto los años que tengo. Estoy aquí y que me lleve Dios cuando quiera.

- ¿En qué parte de su vida echaría el ancla?

-Cuando era un capitán joven, de 33 o 34 años, con cierta madurez y mucho contacto con los soldados, siendo muy humano. Es en ese momento cuando he sido más feliz.

- ¿Diría que ha cumplido sus sueños?

-Quise ser militar y tuve una enorme dificultad para las Matemáticas; en cambio las Letras se me daban muy bien. En consecuencia, el ingreso en la Academia me costó muchísimas horas; ingresé a la tercera. Tuve que hacer un gran esfuerzo, pero nadie me regaló nada.

- ¿Le ha preocupado el problema de Cataluña?

-Me viene preocupando durante meses, mucho. Pero a mí en Cataluña me han tratado muy bien, son gente trabajadora y educada. Creo que acabará solucionándose.

- ¿Desde cuándo se popularizaron las Javieradas?

-Al término de la Guerra Civil. Iban de todos los pueblos de Navarra al castillo de Javier. Oían misa, se almorzaba fuerte y volvían. Nosotros tenemos aquí un amigo que, con 68 años, el año pasado hizo 54 kilómetros andando para visitar al santo.

- ¿Es milagroso San Francisco Javier?

-En el castillo hay un Cristo del siglo XII con una característica especial, que es de los pocos Cristos que sonríen. A Él le rezaba San Francisco Javier. Está también la pila bautismal. Su vida es triste, muere su padre joven, y la madre se queda en condiciones de mucha escasez. El ejército castellano recibe la orden de destruir todas las fortalezas de Navarra, pero las lágrimas de la madre impiden su total derribo. Hasta que a finales del siglo XIX la duquesa de Villahermosa lo reconstruyó. Es un castillo precioso, pero no es el auténtico.

- ¿La Javierada siempre es en marzo?

-Sí, porque el 12 de marzo de 1622 subieron a los altares San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Felipe Neri y San Isidro Labrador. Los cinco de una tacada.

- ¿Cuántos peregrinos van?

-Miles, acuden de toda España. Yo voy todos los años.

- ¿Y de Gijón?

-Nos cuesta llenar un autobús. Somos siempre los mismos; la gente joven van con el Sporting. Aprovecho para decir que el día 22 de febrero tenemos la comida de navarros de toda Asturias, en la Quinta del Infanzón. Todos los navarros nos reunimos todos los meses en ese lugar. Yo, el 22, a partir de las cuatro de la tarde invito a café y pacharán a los que quieran sumarse.

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