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Gijón en el retrovisor

El Partido Socialista toma el poder en la Caja de Ahorros de Asturias

Graves conflictos a consecuencia de la reconversión naval al no fusionarse los astilleros Patricio Adúriz, cronista oficial sin unanimidad

Los astilleros gijoneses, que padecieron la reconversión naval.

Aquel año de 1982 -en el que la bandera de España ondearía en la sede oficial de la OTAN- la provincia de Oviedo pasaría a denominarse de Asturias, a pesar de las inútiles protestas de los recalcitrantes personajillos del "Oviedín del alma". Tras la subida de impuestos y la creación de las contribuciones especiales para la pavimentación de las calles -las de los barrios, en general, no pasaban de ser un auténtico barrizal y carecían de iluminación artificial- el Presupuesto Ordinario del Ayuntamiento ascendió a 3.770 millones de pesetas, mientras que el Presupuesto Especial a 1.200 millones de pesetas. Pero la problemática laboral, con las reconversiones de los sectores naval y siderúrgico -se empezaba entonces a pagar las consecuencias de aquella popular frase de que "el que vale, vale y si no para Ensidesa"- crearon un marco de lucha magníficamente pintado por Pablo Basterrechea, quien con sus lienzos dejó un valioso testimonio histórico como notario artístico de aquella cruda realidad que iba a cambiar el panorama financiero de millares de familias gijonesas.

Las calles de la ciudad se convirtieron entonces en el escenario cotidiano de la lucha de los trabajadores de astilleros para el mantenimiento de unos puestos para los que -ante la falta de acuerdo para una fusión racional de las empresas- no se vislumbraba ningún horizonte de futuro. Los graves enfrentamientos entre trabajadores -que hasta cortaron con una grúa el tráfico en la calle de Mariano Pola- y fuerzas antidisturbios motivó la detención de muchas personas.

Los cuatro astilleros gijoneses se acogieron al Plan de Reconversión Naval: Juliana Constructora Gijonesa, Marítima del Musel, Duro Felguera y Cantábrico y Riera. Todo aquello iba a tener un coste superior a los 3.600 millones de pesetas. La solución que se quería encontrar al no ofrecer alternativas los empresarios fue la de promover la creación de sociedades anónimas laborales. El principio de acuerdo llegaría con la suspensión temporal de 358 puestos de trabajo, además de un crédito puente de 200 millones de pesetas concedido por la Caja de Ahorros de Asturias para lo que, al final, iba a ser un pozo sin fondo.

El PSOE toma el poder en Cajastur. El Partido Socialista había ganado las elecciones en Asturias y en la ciudad de Gijón, por lo que inició el movimiento de peones para controlar la Caja de Ahorros de Asturias, la principal institución financiera cuyos orígenes se remontan a 1880, con la creación del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo y, posteriormente, con la fundación en el año 1929 de la Caja de Ahorros Municipal de Gijón que diez años después crearía también un Monte de Piedad, por lo que pasó a denominarse Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de Gijón. Finalmente, el 17 de junio de 1946, las dos entidades se fusionaron creando la Caja de Ahorros de Asturias.

Con la mayoría holgada de la que disfrutaban el gobierno del Principado y el Ayuntamiento de Gijón en el Consejo de Administración de la Caja de Ahorros de Asturias, lo primero que hicieron fue cesar a los consejeros de Unión de Centro Democrático y Alianza Popular.

El 28 de junio de 1982, se celebró la asamblea constituyente de Cajastur en el Hotel de la Reconquista. Carlos Zapico Acebal -quien logró una meteórica carrera profesional desde que inició su militancia en el PSOE- mantuvo la tesis de que "los partidos políticos tenían que estar en los órganos de gobierno de Cajastur para defender a la institución y los intereses de Asturias". Los representantes de la Junta General del Principado de Asturias fueron Jesús Arango, Eugenio Carbajal, Víctor Zapico -el hombre al que en los siguientes años le iba a tocar la lotería dos veces- y Faustino González Alcalde.

El Ayuntamiento de Gijón designó a José Manuel Palacio, José Luis Ortiz Hornazábal, Francisco Sarasúa y Carlos Zapico.

Ocho días después fue elegido el hasta entonces depositario de Fondos del Ayuntamiento de Gijón, el abogado Faustino González Alcalde, como nuevo presidente de la Caja de Ahorros de Asturias. Tras la destitución del dermatólogo Adolfo Barthe Aza como presidente, el doctor militante en la Unión de Centro Democrático me cogió por el hombro en la plaza de La Escandalera y me confesó sin inmutarse:

-Llegaron los socialistas y ya han politizado Cajastur.

-Diantres -le contesté yo- ¿Y cómo es que entonces fue elegido un dermatólogo para presidir la primera institución financiera asturiana? ¿A eso no se le llama politización?

A lo que el ingenuo del doctor Barthe Aza nada me supo contestar.

Las expectativas del Mundial de Fútbol. Además de lograr ser el primer campo de fútbol del mundo con cinco alturas, la expectación ante la celebración del Mundial de Fútbol de 1982 para algunas mentes calenturientas fue algo así como otro "Plan Marshall" -a pesar de que aquel verano lo más importante en cuanto a movimiento de masas fue la celebración de la espectacular Europeade-, la fachada de la Estación del Norte fue también remodelada y hasta se pavimentó la explanada del acceso habitualmente encharcada, por aquello de que había que dar una buena imagen al personal y hasta los taxistas dieron cursos intensivos de inglés.

Luego, como al cocer todo mengua, tras perder Alemania con Argelia achacaron su fracaso en el césped a los ladridos nocturnos de los perros del entorno -¡qué inteligentes son y cómo se olieron la tostada los canes!- de la Escuela de Fútbol de Mareo, por lo que hicieron las maletas y se trasladaron al hotel "Príncipe de Asturias". Pero luego pactaron con Austria y en El Molinón se produjo el histórico timo al pasearse por el campo de fútbol -como si de un entrenamiento más se tratase- ya que ganando 1-0 Alemania a Austria ambas pasarían a la siguiente fase. Pero aquella fue una auténtica burla a todos los aficionados al fútbol de verdad.

Patricio Adúriz, nuevo cronista oficial de Gijón. Siete años después de la muerte de Joaquín Alonso Bonet, la Corporación Municipal no quiso pasar más tiempo sin un cronista oficial. La propuesta del investigador Patricio Adúriz -quien se ganaba la vida con un humilde taller de joyería en la calle del Carmen y fue reconocida su labor por Luis Adaro al encomendarle la dirección de la recién creado Hemeroteca Municipal, con sede en los bajos de la Cámara de Comercio, en la calle del Instituto- fue hecha por el presidente de la Comisión de Cutura municipal, Francisco Villaverde y fue aprobado con los votos de los grupos del PSOE y UCD. El grupo comunista propuso como alternativa la creación de una mesa de cronistas compuesta por el propio Patricio Adúriz, por Luciano Castañón y el padre Patac, pero fue desestimada, por lo que votaron en contra. No se logró la deseada unanimidad.

Tampoco hubo unanimidad entre la ciudadanía con la peatonalización de toda la calle Corrida y sus aledaños. Algunos comerciantes con escasas luces argumentaban que aquello era el principio del fin de sus negocios, mientras que una franquicia multinacional le dio la enhorabuena a la propietaria de una novedosa tienda de cosméticos al asegurarle que con la peatonalización le había tocado la lotería.

Sabido es que nunca llueve a gusto de todos, pero la peatonalización para la creación de céntricas áreas comerciales se imponía en las principales ciudades de la vieja Europa y por aquí no todos se daban cuenta de los nuevos tiempos que corrían porque solamente con la especialización se podía luchar contra las grandes superficies comerciales.

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