Las empresas que manipulan materiales a altas temperaturas se enfrentan a numerosos problemas, como en el caso de los hornos de las baterías de coque. Estas baterías, en las que se introduce el combustible mineral, están selladas por tapas de gran tamaño que se abren con grandes imanes. Pero a altas temperaturas se pierden las propiedades magnéticas y la apertura de los hornos puede fallar, ocasionando que se derrame el coque o incluso poniendo en riesgo a los trabajadores si las tapas no están ajustadas. La ingeniería CTAI en consorcio con Imasa ingeniería y proyectos se encuentran trabajando en buscar una solución a este problema: una sonda de medición para operar a altas temperaturas, con una electrónica de control que procesará la magnitud captada por la sonda.

O, como señalaba ayer Marcos Pineda, director de ingeniería de Imasa, se trata de diseñar un sistema que "nos diga si las tapas están bien imantadas, si la máquina que las levanta las ha cogido de la forma adecuada, algo que ahora mismo y a temperaturas de 1.300 grados en el interior de los hornos no podemos garantizar plenamente".

Por eso un equipo compuesto por una decena de profesionales, con la colaboración del Instituto de Magnetismo Aplicado y el CSIC, se afana en el diseño de una sonda capaz de soportar esas temperaturas y avisar en el caso de que las tapas metálicas no estén bien sujetas para su apertura o cierre. El proyecto, con un coste de 200.000 euros, deberá estar listo para julio de 2019, y se espera poder aplicar la innovación (financiada casi al 50 por ciento por el IDEPA) a las nuevas baterías de coque de Arcelor. Asimismo, podría aplicarse a otros sectores que manejen piezas metálicas a altas temperaturas utilizando el electromagnetismo, como ocurre en las acerías o incluso en el sector de la automoción, para la fabricación de cigüeñales.