Las médicos forenses confirmaron ayer que la víctima del parricida de Monteana se defendió del ataque de su hijo. Lo hicieron en base al informe que demuestra que el joven acusado del crimen -Iván González Fresno, de 32 años y víctima de una enfermedad mental grave- tenía arañazos y lesiones en el rostro, el cuello y el cuero cabelludo. Heridas que suponen, a juicio de las peritos, un mecanismo lesivo por parte de la víctima, es decir, una reacción de defensa que tuvo frente al ataque inesperado de su hijo. Es por este acto de defensa por el que la acusación particular -ejercida por el padre y las hermanas del autor confeso- optó por modificar su calificación inicial de los hechos a homicidio en su turno de conclusiones.

Las pruebas que avalan la tesis del homicidio -sostenida desde el inicio por la defensa- se fundamentan además en el informe médico practicado al joven en un centro de salud tras entregarse en Comisaría, en las fotografías de la detención de la Guardia Civil, y en otro informe del departamento de biología de la Guardia Civil que confirma que bajo las uñas de ambas manos de la víctima había perfil genético coincidente con los del procesado.

La Fiscalía mantuvo ayer en conclusiones su petición de 20 años de internamiento en un psiquiátrico por el delito de asesinato mientras que acusación y defensa requieren 13 años por homicidio. La defensa del joven, ejercida por la abogada Yolanda Payo concluyó ayer situando a la fallecida y al acusado como víctimas del mismo hecho por culpa de un diagnóstico que llegó tarde. "¿Qué hubiese pasado si a Iván le diagnostican a tiempo?", reflexionó la letrada. El jurado, que en la primera sesión varios de sus miembros terminaron llorando tras escuchar la declaración del joven, es quien debe ahora definirse al respecto y emitir hoy su veredicto.