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Concepción Arenal, visitadora de cárceles, vivió cerca de la calle que ahora lleva su nombre

Se cumplen 125 años de la muerte de un referente en la lucha por la igualdad y el amparo de los más desfavorecidos

La calle en Gijón que lleva su nombre, tras la iglesia de San Lorenzo.

A escasos metros de la calle que lleva su nombre vivió durante catorce años la tratadista jurídica y socióloga Concepción Arenal (Ferrol, 1823-Vigo, 1893). En concreto, en el número 36 de la calle Covadonga, en una casa con jardín ubicada en lo que hoy es el café Dindurra y cuentan que durante su estancia en la ciudad frecuentaba la Quinta de Cabueñes, propiedad del empresario de la fábrica de vidrios La Industria Anselmo Cifuentes. El pasado 4 de febrero se cumplieron 125 años de la muerte de una mujer que fue pionera en muchas cosas pero, en especial, por denunciar la situación que los presos vivían en las cárceles españolas de la época. "Odia el delito y compadece al delincuente" fue quizás su más insigne estandarte en una vida dedicada a los desfavorecidos y intentar una igualdad de derechos entre hombres y mujeres en una época en la que Fernando VII dudaba hasta dejar sin trono a su hija.

Concepción Arenal tenía raíces gallegas y santanderinas y heredó de su padre el liberalismo como apuesta ideológica. Tras cuidar de su madre y su abuela hasta la muerte de ambas, cuando ella tenía 21 años, logró tomar las riendas de su vida para cumplir aquello que deseaba hacer, tras devorar libros de ciencia y filosofía en su juventud. Logró ir a la universidad entre 1842 y 1845. Pero lo hizo vestida de hombre porque eso a las mujeres les estaba prohibido. Es por ello que jamás llegó a ser titulada pero sí que se empapó de los conocimientos que se impartían en el aula. Fue allí, en la universidad, donde conoció a Fernando García Carrasco que a la postre se convirtió en su madre y padre de sus tres hijos: Fernando, Ramón y Concepción, que pereció a los dos años de nacer.

Fue gracias a su hijo Fernando García Arenal que la visitadora de cárceles llegó a Gijón. Fue en 1875 después de que el joven concluyese la carrera de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos y destinasen a Gijón como director de la Junta de Obras. Permaneció en la ciudad hasta 1889, año en que Fernando pidió el traslado a Pontevedra.

Una parte importante de su obra literaria, donde da cuenta de sus avanzados pensamientos y reivindicaciones, se gestaron en Gijón. Obras como "Cartas a un señor", "Estudios penitenciarios", "La instrucción del pueblo", "El pauperismo", "Ensayo sobre el derecho de gentes" o la biografía de Lucas Tornos. Lejos de la villa, también publicó múltiples obras en pro de la igualdad como "La mujer del porvenir" o "La educación de la mujer", entre otras temáticas. Incluso escribió en Oviedo, tal como asegura sus biografías, gracias al hallazgo del poema "¡Dios y la libertad!" que está datado en julio de 1858 en la capital. Incluso escribió artículos en periódicos como en "La Iberia", cabecera liberal, y años más tarde en "La voz de la caridad", fundado por ella misma y que duró catorce años.

El final de su vida lo pasó en Vigo. Allí murió el 4 de febrero de 1893. Sólo unos años más tarde, en concreto el 7 de octubre de 1902 la Corporación municipal decidió concederle a Concepción Arenal una calle. En aquel momento no se especificó en que lugar debería ubicarse. Ahora, es cierto que está en el centro de la ciudad, con entrada por la calle Dindurra y salida por calle Covadonga, la misma en la que vivió durante más de una década uno de los referentes en la búsqueda de la igualdad que hasta logró el reconocimiento de los hombres ya en aquella época oscura.

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