Claudia solo quiere ser una más. Esta joven veinteañera, nacida en Piedras Blancas, denuncia haber sufrido "comentarios sexistas, machistas y homófobos" por parte de una de las profesoras del módulo de Formación Profesional que cursó en un centro gijonés. ¿La razón? Aunque Claudia García Díaz es mujer, su DNI todavía no lo dice así. Claudia nació Daniel y aún no ha podido completar los trámites oficiales para cambiar de sexo.

"Desde el primer día de clase dejé clara mi condición y pedí que me tratasen por el nombre que me representa, no por el oficial", explica esta joven. "Al principio no hubo ningún tipo de problema, pero una profesora en concreto me empezó a poner continuas trabas y pegas, diciéndome que me iba a tratar por el nombre legal", añade.

La situación llegó a su extremo de tirantez en una clase cuando, relata García, la profesora se negó a explicarle un ejercicio, como sí había hecho con sus compañeros, algo que enfadó mucho a García, que acabó soltando un exabrupto debido a esa sensación de "discriminación". La contestación de la profesora no se hizo esperar: "A mí ningún alumno me falta al respeto, y menos un paisano que quiere ser muyer. Eh, Daniel, que esas cosas una chica no las hace".

Ésa es la frase literal que se recoge en el informe de denuncia que García se apresuró a presentar ante la dirección del centro por "vejaciones y atentado contra la dignidad". Las consecuencias no tardaron en hacerse visibles: al día siguiente acudió un inspector al aula.

Los problemas que García se encontró en su periplo estudiantil no terminan ahí. "No me dejaban usar el baño femenino porque decían que yo no era una mujer", rememora, "supuestamente se basaban en quejas de algunos padres porque hubiese un varón en un baño al que acudían menores". De hecho, "me dijeron que hasta que no cambiara mi DNI no podía entrar ahí", llegando incluso a "echarme del baño de malas formas, agarrándome del brazo para sacarme al exterior".

Ante las quejas de plataformas LGTBI asturianas como Xega, la citada profesora se mostró arrepentida por sus actos. Hasta el punto de que, "aunque el inspector me preguntó si quería tomar algún tipo de medida contra ella, le dije que no, porque podía llegar a costarle el puesto de trabajo". Una decisión de la que ahora García se arrepiente.

Y es que hasta fuera de su centro de estudios García tuvo que sufrir situaciones similares. En las prácticas curriculares en una empresa, la joven no se encontró una situación muy distinta. "Tenía compañeros muy conflictivos", analiza García, "había uno, que también era mi compañero de clase, que me amenazaba y me insultaba, incluso delante de clientes". Y no era el único. "Otros compañeros de trabajo me denigraban, insultándome o realizando comentarios transfóbicos. Uno incluso intentó meterme mano en los vestuarios", enfatiza la joven.

"Me sentía muy agobiada, no sabía por qué ocurría todo aquello", cavila García, "al final, terminaron echándome antes de finalizar las prácticas. Dijeron que había tenido problemas con la clientela o que había desobedecido. Es todo mentira".

Esa suspensión de contrato fue lo que produjo que suspendiera las prácticas curriculares de su módulo. Una nota de "No apto" que ahora lleva a los tribunales. Tras una sentencia contraria en el Juzgado de lo contencioso-administrativo, ahora su caso será llevado al Tribunal Superior de Justicia de Asturias, donde su recurso "tiene buena pinta", según ella misma confirma. "Pido que anulen la convocatoria", explica García, "después de tres meses trabajando, sin una sola falta y con muy buenos informes, me echaron", algo que la joven ve como algo "ilegal, porque me expulsaron del sistema educativo. Estaban obligados a buscarme un lugar en otra empresa y no lo hicieron", clama.

Ahora, Claudia continúa su vida. Sigue esperando una confirmación de su cambio de nombre, para pasar a ser una mujer de pleno derecho. Mientras, volvió a su comarca natal, a estudiar en Avilés, donde "no se meten en mi vida, nadie me dice nada, me respetan por como soy, tanto los alumnos como los profesores. Estoy muy a gusto". Serán los tribunales los que dicten sentencia, y mientras tanto Claudia aguarda a que Daniel se quede sólo en un recuerdo.