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FELIPE VEGA-ARANGO | SELECCIONADOR DE ISLAS SALOMON

Cuando el globo terráqueo tiene forma de balón

Tras las experiencias en Hawai y Estados Unidos, Felipe Vega-Arango triunfa como seleccionador de fútbol de Islas Salomón

Cuando el globo terráqueo tiene forma de balón

"El fútbol no se acaba en Mareo". Este mantra ha circulado desde siempre en la Escuela de Fútbol. El mensaje, que acostumbra a ir acompañado de varios ejemplos de futbolistas que habían triunfado tras dejar Mareo y que cualquier aficionado tiene en la memoria, solía susurrarse al oído de aquellos jóvenes talentos por los que no "tiraban" el club, los responsables de la planificación o los entrenadores. "El fútbol no se acaba en Mareo". El mensaje sirve también para los jóvenes entrenadores que quieren hacer carrera. No es fácil crecer en Mareo. Lo sabe bien Felipe Vega-Arango Alonso (Gijón, 1977) cuyo apellido fue una sospechosa losa que pesó mucho más que sus éxitos en el cadete B en el que permaneció invicto durante dos temporadas y media con un balance de 77 victorias y un empate (500 goles a favor y solo 29 en contra) y logró el hito inédito de sumar todos los puntos de una liga.

No es Felipe Vega-Arango un hombre al que le detengan los obstáculos. Nunca lo ha sido. Su espíritu aventurero afloró pronto y llegó a ser frecuente que aquel niño inquieto (el sexto de nueve hermanos) se fugase de casa para explorar les caleyes de Somió. Más de una vez tuvo que devolverlo a casa la policía. Por eso, a nadie de su entorno le sorprendió que persiguiera su sueño en Estados Unidos, en Hawai o ahora en Islas Salomón, donde acaba de renovar por dos años su contrato como director técnico y seleccionador de fútbol después de quedarse a un paso de la clasificación para el Mundial, de la que le apeó un inoportuno cruce con Nueva Zelanda. Salomón logró un empate que se celebró como un logro histórico.

Aunque fue un niño apasionado del fútbol, su trayectoria se limitó a jugar en el equipo de Los Robles, el colegio en el que completó sus estudios de bachillerato. Su padre, el histórico presidente del Sporting Manuel Vega-Arango quiso siempre evitar los malentendidos y rechazó cualquier acercamiento del chiquillo a los equipos inferiores del Sporting. Sus estudios los completó en el Centro Integral de Formación Profesional de El Prial, en Infiesto, que está especializado en la madera, de donde salió como maestro ebanista.

Felipe Vega-Arango ha vivido cada experiencia que se le ha ofrecido. La primera le llegó de la mano de su cuñado, Javier Aguirrezabala, tripulante de la embarcación española de la Copa América, quien le ofreció reforzar el equipo de apoyo de la expedición nacional. Y así fue como, contratado por la Federación Española de Vela, viajó a San Diego (Estados Unidos) en 1992 como apoyo con el Merchandising y la venta de productos en su tienda.

El flechazo con Estados Unidos fue inmediato. Y no sólo con el país. El amor llevó a Felipe hasta Boston, donde empezó su trayectoria en los banquillos en los equipos de Cambridge. Allí le llegaron los primeros reconocimientos. Fue distinguido en dos ocasiones como mejor entrenador de la High School y el "Boston Globe" le entregó el premio más prestigioso de la cantera. Tras regresar a San Diego trabajo como ojeador del equipo olímpico estadounidense en categoría junior (de 1998 a 2003) y lo dirigió durante dos temporadas. Finalmente hizo un paréntesis en el fútbol se asentó en Hawai, donde ejerció como restaurador de casa de madera gracias a su formación.

Tras regresar a Gijón, ahí sí se incorporó como técnico a los equipos del Sporting. Primero como ayudante de Sergio Sánchez en el juvenil B y luego con su gran éxito en el cadete B. Finalmente, el club decidió mandarlo cedido al Gijón Industrial, donde las cosas no salieron demasiado bien.

La siguiente aventura le llevó a Hawai, adonde lo llamó su amigo Ric Miller para dirigir una escuela de fútbol en Mililani. Las ofertas empezaron a ser habituales y mantuvo entrevistas con Denver, Seatle y Los Ángeles, pero unos problemas burocráticos lo devolvieron a España.

Cansado de buscar trabajo y no encontrarlo supo de un convenio que había firmado la Liga de Fútbol Profesional para fomentar el fútbol español en diversos países y decidió mandar su currículum. La primera propuesta fue para China, pero las condiciones no eran demasiado favorables. Cuando llegó la opción de Islas Salomón, no se lo pensó. Comenzó como director técnico, pero enseguida tuvo que hacerse cargo de la selección, con la que acaba de renovar por dos años. A pesar de la distancia, su vida allí es muy agradable, aunque no tiene demasiado tiempo para practicar el surf, la otra gran pasión de su vida. Allí goza del favor del público y de la crítica y recibe curiosos homenajes, como aquella vez que le regalaron un cerdo vivo con la tarea de sacrificarlo él mismo, algo muy importante en la tradición local. Felipe Vega-Arango está hoy feliz en Islas Salomón. Pero nadie puede aventurar cuál será su próximo destino.

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