María Antonieta saltando a la comba, un troglodita cambiando cromos de fútbol o Frida Kahlo haciéndose un selfie con sus alumnos. En el recreo del colegio Virgen Mediadora de las Dominicas de Gijón se mezclaron ayer épocas históricas, merced a un método de aprendizaje basado en proyectos (ABP) centrado en la historia y el patrimonio.

Ya la semana pasada, los alumnos del centro tuvieron que ir uniendo todas las pistas que fueron apareciendo en el colegio, para conformar un mapa del tesoro gracias al que desenterraron un cofre de los jardines del centro. En su interior, una cápsula del tiempo con pergaminos egipcios, ánforas romanas, huesos prehistóricos o una máquina de vapor. Y junto a ella, un mensaje, en el que se pedía ayuda para "salvar nuestro arte, nuestro patrimonio".

Sin embargo, la mayor sorpresa se la llevaron los alumnos en la mañana de ayer. "Alucinamos", reconoce Jesús Gordaliza, de 14 años, alumno de 3º de ESO, "fue una sorpresa más agradable encontrarnos a todos los profesores disfrazados. Fue genial". Es el llamado día de motivación, que da el pistoletazo de salida del proyecto.

Por delante, dos semanas en las que se suspenderán las clases como tal y en las que los alumnos tomarán la iniciativa, realizando una serie de proyectos educativos, basados en el trabajo cooperativo. "Es mucho más activo que estudiar un libro o escuchar una clase magistral, se implican mucho más", analiza Elena Cascais, coordinadora de los grupos de ESO, "ellos son los protagonistas, son capaces de elegir qué quieren hacer y qué quieren crear". Todo con un objetivo claro: crear, el próximo día 27, un museo en el centro, en el que expondrán sus proyectos -maquetas, grabaciones, cuadros-, bajo el lema "AdmirARTE", y al que podrán acudir sus padres. De esta forma, el centro busca "poner en valor el patrimonio histórico", haciendo que los más pequeños lo conozcan y lo sepan apreciar.

Una fórmula que, como asegura Gordaliza, funciona. "Es algo distinto, lo más divertido del curso" pero, sobre todo, "se aprende mucho más que estudiando la lección sin más, es más dinámico, aún recuerdo muchas cosas de las que realizamos el año pasado". Todo porque este tipo de actividades consiguen una de las cosas más complicadas para un educador: "nos despierta la curiosidad", explica Gordaliza.

"Mola mogollón", confirman Iria Pérez, Inés Jiménez y Pelayo Fernández, de ocho, diez y ocho años. "Fue un poco raro encontrarnos a los profesores disfrazados, nos sorprendimos mucho", relatan. También les llamó la atención cómo "está todo el cole decorado, es muy chulo". Pero no todo es diversión, también tiene un trasfondo educativo que remarcan los alumnos: "aprendemos mucho más así que con clases normales, es más divertido, no nos aburrimos y lo pasamos mejor". "Lleva mucho trabajo organizarlo todo, pero merece la pena por ver lo ilusionados que están y lo bien que se lo pasan", confirma Cascais.