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Franselina Rodríguez | Directora del Patronato de San José y hermana de la Caridad

"Tuve dudas por otras cosas, pero por la vocación no; soy feliz y disfruto"

"La educación es un arma muy importante para el futuro, para que las personas sean cada vez más válidas y responsables con la sociedad"

Franselina Rodríguez Rodríguez, en los Campinos. ÁNGEL GONZÁLEZ

Es una mujer dulce, inteligente y serena. Pero detrás de estas virtudes hay una persona idealista, luchadora, y cercana.

- Definase, por favor.

-Nací en Santa Rosa, Lugo de Llanera, un 23 de febrero de 1964, menor de dos hermanos. Ingresé en la orden de Hijas de la Caridad después de terminar la carrera de Magisterio. Hice el Bachiller entre el colegio de la Milagrosa de Oviedo y las Teresianas. Y el Magisterio en la escuela Enrique de Ossó. Llevo treinta años en la orden.

- ¿Nunca tuvo dudas respecto a su vocación?

-No. Tuve dudas por otras cosas, pero de la vocación, no. Soy muy feliz y disfruto de lo que hago.

- ¿Cuántos años lleva de directora del colegio?

-Seis años. Antes estuve en Oleiro, La Coruña, después en Santiago, y por último en Luarca.

- ¿Con cuántos alumnos cuenta el centro?

-Este curso tenemos 547. Desde Infantil hasta cuarto de la ESO.

- ¿Cómo les va económicamente?

-Tenemos un déficit que asume la comunidad. Al estar en un barrio, las familias no aportan cuotas fijas mensuales. Tenemos una aportación de otros servicios, para el seguro escolar de los niños, la plataforma? Son 120 euros al año sólo para los niños.

- ¿Faltan vocaciones?

-La baja natalidad también repercute en las vocaciones. Nosotros a nivel de España somos una orden grande y tenemos muchas obras abiertas, y las personas que deciden entrar no cubren las necesidades, aunque hasta ahora he de decir que todos los años tenemos alguna vocación.

- ¿Por qué eligen los padres su colegio, pudiendo acceder a la educación pública?

-Nosotros presentamos una opción que dice que educar es un arma muy importante de futuro para que las personas sean cada vez más válidas y responsables con la sociedad. Los valores que nosotros inculcamos en nuestro proyecto educativo, como trabajar por la justicia, trabajar por los más pobres, la ayuda al prójimo, creo que es importante que no se pierda.

- ¿Cubren ustedes las plazas disponibles?

-Sí, el colegio está lleno. Tenemos un claustro de profesores que junto a la comunidad hicimos una gran apuesta por mantener el centro abierto. Creemos que educar es formar personas para el futuro, sin perder de vista la evangelización. El carisma religioso es fundamental por la aportación de valores.

- ¿Cuál ha sido el momento más duro de su trayectoria gijonesa?

-¡Uff?! Creo que cuando el año pasado nos dijeron que nos cerraban un aula. Realmente lo consideramos injusto, ya que somos un colegio que a ningún alumno se le dice que no, tenga los problemas que tenga. Pero por no cumplir esa ratio tan específica? Fue un momento muy duro, que conlleva eliminar puestos de trabajo.

- ¿Y el momento más alegre?

-De esos tengo muchos. Cada vez que hacemos actividades con los niños y vienen las familias, esos son instantes de alegría. Vemos que vamos por el buen camino, que las familias nos apoyen es muy gratificante para nosotros.

- ¿Hay padres problemáticos?

-Hay situaciones difíciles, pero no me gusta calificarlas de problemáticas; no todos opinamos igual y hoy día nos es fácil llegar a un consenso.

- ¿Y ustedes, cómo sobreviven?

-Mal, la comunidad asume muchas situaciones críticas. Damos becas, que nadie sabe. No nos permitimos que ningún niño no acuda al colegio por falta de medios económicos. Es verdad que está la pública, pero nosotros ofrecemos una educación integral. Tenemos comedor y abrimos a las siete y media de la mañana, esto facilita el horario de trabajo de los padres.

- ¿Es usted indulgente?

-Con aquellas personas que sufren, mucho. Me da igual el motivo, el sufrimiento sólo tiene una cara, y el dolor lo mismo. Procuro ayudar y ser cercana.

- ¿Es muy rezadora?

-No, no soy de muchos rosarios, soy espiritual. Rezo en comunidad laudes y vísperas y asisto a la eucaristía, que la oímos en la parroquia. Practico la oración personal, que le doy mucha importancia, porque si yo no mantengo unión con ese Dios que es un Padre amoroso, no puedo trasmitirlo a los demás. Es un vínculo y un sentido de pertenencia.

- ¿El santo de su devoción?

-Todos y ninguno, voy a instancias superiores. Pero admiro mucho a los fundadores, en especial a una hija de la Caridad del siglo XIX, Rosalía Rendu, francesa, su lucha en favor de los pobres fue muy importante, inició en París las guarderías para que las madres pudieran ir a trabajar. Logró darle dignidad a un barrio muy pobre de París. Está en proceso de canonización, al día de hoy nunca faltan flores en su tumba.

- ¿A usted no le gustaría haber sido madre?

-Sí, como a cualquier mujer, me gustan los niños, pero es una decisión que tomé con mucha libertad y muy conscientemente, no me pesa. Cuando ingresé como hija de la Caridad sabía dónde iba.

- ¿Tuvo novio alguna vez?

-No, tuve muchos amigos, salíamos en pandilla, pero novio formal, no.

- ¿Le gustaría quedarse en Gijón para siempre?

-Para toda la vida nunca estamos en un sitio, sabemos que iremos cambiando, no me importaría irme. Me da la oportunidad de conocer a otras personas, otra sociedad.

- ¿Cuántas asignaturas imparte?

-Cuatro. Matemáticas, Inglés, Cultura Clásica y Religión. En total son diecinueve horas lectivas a la semana. También soy profesora de PT, es decir, de Pedagogía Terapéutica, para niños que necesitan una educación especial.

- ¿Usó alguna vez aquellas tocas blancas enormes, tan características de la orden?

-No, usé una pequeña cuando estaba en el seminario, pero ya no las lleva nadie. Nuestro hábito es una falda azul marino y una blusa blanca, y a veces ponemos pantalones. Yo los llevo por el frío. La orden de Hijas de la Caridad es muy poco conocida, aunque muy popular. Algo que nadie sabe es que nosotras no somos monjas, somos un instituto de vida secular. Nuestros votos de pobreza, castidad, obediencia y servicio a los pobres se renuevan cada año, de manera que si no estás a gusto siempre puedes plantearte un cambio. Esto no funciona y te vas para casa.

- ¿Cuál es su mayor deseo?

-Que nos devuelvan el aula que nos quitaron. Estamos luchando para conseguirlo, ya que fue una decisión injusta. No perdemos la esperanza.

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