Los trabajadores del Instituto Oceanográfico de Gijón salieron ayer a la calle para quejarse por los recortes que vienen sufriendo en los últimos años y el lastre que supone para su actividad la prórroga de los presupuestos generales del Estado.

La veintena larga de trabajadores del centro pararon durante unos minutos para dar lectura a un manifiesto que denuncia cómo el crecimiento en número de proyectos de investigación en los últimos quince años "no ha ido acompañado de la necesaria modernización en el sistema de gestión y en la estructura del organismo". Los problemas organizativos del centro se acentuaron en 2010, recuerdan, "cuando fue degradado al rango de Subdirección General, con las consecuencias administrativas que conlleva". Y todo ello se agravó, añaden, a partir de 2014, tras el cambio en el régimen de control económico-financiero que se puso en marcha en el centro "sin la dotación de recursos humanos necesarios para llevar a cabo dicho cambio", lo que refleja a juicio de los trabajadores "la existencia de un problema estructural".

Los problemas en la estructura organizativa "ocasionan retrasos en la tramitación de expedientes y, en consecuencia, bloquean la ejecución de proyectos y la creación de empleo cualificado y de calidad, con grave perjuicio para el prestigio del Instituto y con repercusión directa en el tejido social y económico del país", advierten, en medio de una "situación de parálisis" que resumen en "incapacidad de gestión de los recursos financieros disponibles, muchos captados de fuentes externas, incumplimiento de los compromisos adquiridos, retrasos en los pagos o devolución de subvenciones no ejecutadas, junto con un desánimo general en el liderazgo de proyectos. "En definitiva, pérdida de prestigio de la institución y de los profesionales del Instituto", aseguran. Por todo ello el personal gijonés clama por una solución que devuelva a la institución su prestigio.