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JOSÉ FARIÑA | Catedrático de Urbanismo por la Universidad Politécnica de Madrid

"El mejor plan de movilidad es hacer que las personas no tengan que moverse"

"Tenemos que trabajar en educar a la gente; les ponemos delante un plan de urbanismo con datos que no entienden y se vuelve todo un caos"

José Fariña, el lunes, en El Coto. ÁNGEL GONZÁLEZ

José Fariña es catedrático de Urbanismo, doctor en Arquitectura y licenciado en Derecho, además de Máster en Organización de Empresas. Ha realizado numerosos planes de Urbanismo y de Protección del Patrimonio Histórico, del Medio Natural y de Paisaje, así como Catálogos de Patrimonio Urbano y Medio Natural, y forma parte del grupo de consolidado de investigación de la Universidad Politécnica de Madrid en "Arquitectura, Urbanismo y Sostenibilidad". El pasado lunes acudió a Gijón invitado por Equo Asturias para dar su particular visión de un sistema de planificación urbanística que requiere una renovación profunda, mirando de forma especial hacia una vuelta a la naturaleza y una mejor organización de los sistemas vitales de los habitantes de las ciudades.

- ¿Qué pasa con el planeamiento urbanístico en España?

-Lo que le pasa es que todas las comunidades autónomas han heredado unos sistemas de planeamiento que proceden del año 1956, y estamos en el año 2018, en pleno siglo XXI. La mayor parte de los sistemas de planeamiento en España están obsoletos, el sistema en sí lo está. Los planes no salen adelante, se quedan parados, y lo vemos en todas las ciudades: Barcelona o Madrid tienen planes de hace un montón de años y lo que hay que hacer es adaptar el sistema de planeamiento que tenemos al siglo XXI. Las comunidades autónomas, que son las que tienen que hacerlo, las que tienen competencias, pero no se deciden a ello. Han hecho cosas de transición con lo que era la Ley del Suelo un poco modificada y se acabó. Pero ahora se requieren otras formas de planificación que no son las de antes.

- ¿De quién es la responsabilidad?

-Las cosas son así, la sociedad en España se estructuró durante un tiempo sobre la base de que una parte de los ahorros se invertían en productos inmobiliarios, y lo que se querían eran precisamente garantías para esos negocios. Las leyes están enfocadas sobre todo a eso. Por ejemplo, el plan de urbanismo es una norma jurídica, lo que es algo increíble. Ahora se está pensando en cómo se puede desmontar eso, porque el hecho de que no sea una norma no genera inseguridad para los inversores. El riesgo es algo que se debe asumir, pero aún hay muchas resistencias al cambio. Evidentemente hay que cambiar eso, los requisitos del siglo XXI son muy diferentes a los del planeamiento del año 56, que era prácticamente del siglo XIX.

- ¿Hacia dónde debe evolucionar el planeamiento urbanístico?

-Desde luego, no hacia planes urbanísticos municipales sino hacia planes que tengan una cierta racionalidad en todos los ámbitos. Y no es normal la rigidez de estos planeamientos municipales, casi todas las ciudades funcionan con modificaciones puntuales del plan, porque son planeamientos tan sumamente rígidos que no hay forma humana de hacerlos cambiar.

- ¿Qué soluciones propone?

-Probablemente haya que sustituir los planes de urbanismo por otra cosa, por oficinas de planificación... por otra cosa completamente diferente y más operativa que los planes actuales.

- ¿Cómo deberían trabajar esas oficinas?

-Deberían trabajar básicamente en educar a la gente. Todos los sistemas que hay ahora mismo para la participación no son efectivos, porque la mayoría de la gente no sabe de qué está hablando, porque no se lo han dicho. Lo primero es dar a las personas unas nociones básicas para que puedan participar, en Urbanismo nadie dice nada a los afectados. Directamente se les pone delante el plan de urbanismo con unos datos que no entienden y se vuelve todo caótico. Habría que empezar por ahí y eso lleva mucho tiempo, mucho esfuerzo, estructuras estables de participación, lugares físicos a donde uno pueda ir a preguntar y que le expliquen las cosas. Hay que empezar a hacer estas cosas, como ya se hacen en muchos otros países sobre todo del norte de Europa.

- ¿Tenemos ciudades demasiado grises?

-La naturaleza es fundamental para temas críticos como la contaminación y la salud. Parte de la contaminación podemos fijarla mediante las plantas. La contaminación por partículas se puede combatir gracias a las hojas de los árboles, el secuestro del CO2 también se hace con plantas. Y no olvidemos la salud psíquica, no olvidemos que los niveles de estrés se reducen a la mitad en los entornos verdes.

- ¿Cómo alcanzar la sostenibilidad?

-Yo no suelo usar la palabra sostenible, porque todo puede serlo, desde los equipos de fútbol hasta los coches o los juguetes, es un tópico. Lo que sí tenemos que hacer ahora es ver cómo hacemos para que el planeta aguante todo lo que le estamos echando encima. En estos momentos hay una solicitud de planeta que supera sus propias posibilidades, estamos cogiendo los ahorros energéticos y de materias primas de miles de años y los estamos gastando. Eso no se puede aguantar.

- ¿Qué papel debe jugar la movilidad?

-Está llamado a tener un papel fundamental, sobre todo porque hay que reducir los transportes horizontales: de personas, de alimentos, de mercancías, de energía... que tienen un coste ecológico y económico insoportable. Tendríamos que ver cómo hacemos un turismo diferente al que hacemos, y tendríamos que estudiar el transporte de todo tipo de productos. Por ejemplo, los espárragos que compramos en cualquier gran superficie de Gijón habrán sido producidos en Perú y finalmente envasados en Navarra. ¿Sabemos cuántos kilómetros han hecho esos espárragos? Es una locura.

- ¿Cómo se puede reorganizar?

-Reduciendo los ámbitos con agricultura de proximidad, haciendo que las personas no tengan que moverse... El mejor plan de movilidad sostenible es precisamente ése.

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