"Somos más necesarias que nunca". La reivindicación la lanzó ayer la trabajadora social jubilada Sara Odriosolo, homenajeada junto con otra docena de compañeras por el Colegio Oficial en la celebración del Día Internacional de la profesión, en un momento de recortes y de "retroceso generalizado de los apoyos institucionales". Por eso "tenemos que reinventar las ayudas, seguir siendo el apoyo que necesitan los cuidadores sobrecargados, tanto de nietos como de personas mayores". Paralelamente, Sara Gutiérrez, premiada este año por su trabajo fin de grado, reivindicaba el "lugar que nos merecemos como colectivo de trabajadores, porque nuestra profesión no siempre está lo bien considerada que debería estar".

Ellas fueron ayer las dos caras, la de la experiencia y la de la frescura, que enfrenta el trabajo social desde la innovación. Uno de los pilares que ayer defendieron varias expertas en sus intervenciones, como en el caso de Lucía del Prado, presidenta de la Fundación Filia de Amparo al Menor, quien expuso la figura del coordinador parental, un paso más en la mediación desde la prevención para intervenir en "muchos casos de alta conflictividad en los que los menores están de por medio, y una parte de la pareja llega a usarlos para hacer daño a la otra". Son "cada vez más", denuncia Del Prado, lo que hace necesario multiplicarse para llegar a todas las necesidades que se plantean.

María José Conejo, trabajadora social especializada en personas mayores con dependencia, habló de un proyecto innovador que busca dar a los mayores la mayor capacidad de decisión posible con respecto a sus vidas, y en los casos en que no sea posible, hacerlo con las familias para que "nos orienten acerca de cómo eran sus vidas para seguir dándoles un discurso coherente". Nuevas herramientas para los nuevos tiempos.