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CARLOS ACEBAL ALONSO | Cardiólogo

"Detectamos una incidencia de infartos en población muy joven"

"Asturias es la provincia con mayor porcentaje de enfermedad cardiovascular y de mortalidad asociada; no damos abasto"

Carlos Acebal Alonso, en el Hospital Begoña. MARCOS LEÓN

Carlos Acebal Alonso, coordinador de Cardiología en el Hospital Begoña, y Julio Casares, del Centro Médico de Asturias, son los responsables del segundo curso de actualización en Cardiología que estos días se celebra en Gijón, con presencia de dos centenares de profesionales de la medicina de la región, principalmente médicos de Primaria, geriatras e internistas. El curso trata de seguir insistiendo, desde todos los frentes médicos, en el problema que suponen en la actualidad las enfermedades cardiovasculares.

-¿Tan significativo es este problema de salud?

-Sin duda. Es la primera causa de muerte en todo el país y en Asturias tenemos más asignatura pendiente que nadie porque esta es la provincia con mayor porcentaje de enfermedad cardiovascular y de mortalidad asociada. Y evidentemente, los cardiólogos solos no podemos dar abasto. Necesitamos la colaboración de otras especialidades. Es capital, por ejemplo, el papel del médico de Primaria.

-Para qué le necesitan, ¿para comprometer a los pacientes en su autocuidado, para más diagnósticos precoces..?

-La cosa tiene varias vertientes. Lo que le pedimos al médico de Primaria, aunque eso se lo tienen que facilitar las administraciones, es que dedique más tiempo a la prevención, porque no hay mejor tratamiento. Además en cardiología tenemos bastante claros los factores de riesgo, así que si pudieran abordar eso nos ayudaría mucho.

-Factores que son...

-La hipertensión, el tabaquismo, la diabetes, un estilo de vida sedentario, la dieta mediterránea que estamos perdiendo...

-¿Otra vertiente de colaboración cuál sería?

-La que tiene que ver con optimizar el tratamiento que se le pone a un paciente al alta hospitalaria. Muchas veces son tratamientos que hay que ir mejorando y cambiando a posteriori, y eso implica ir controlando una vez más los factores de riesgo y hacer la prevención secundaria.

-¿El paciente que ha sufrido un problema coronario es cumplidor de los tratamientos?

-Cuando salen del hospital, mayoritariamente salen muy concienciados, dispuestos a dejar de fumar, a hacer ejercicio, a cumplir a rajatabla la medicación... Pero según pasa el tiempo el paciente se relaja. Como tampoco es una enfermedad que le va a limitar mucho su vida, debido en buena parte a la gran atención que damos en Asturias al infarto, gracias al Código Corazón que es un lujo, el paciente acaba por perder la preocupación. Va dejando de cumplir la medicación, vuelve al tabaquismo... Otro elemento añadido es que también gracias al gran avance que tuvo el tratamiento de la cardiopatía isquémica, un paciente que ingresa muy grave en el hospital puede irse de alta a los tres días, con lo que tampoco llega a ser muy consciente de lo que implica lo que le ha sucedido.

-O sea, se ha minimizado la percepción del riesgo.

-Sí. Hace dos o tres décadas un infarto tenía una mortalidad altísima; aunque lo cierto es que la sigue teniendo; en España a los tres años de un infarto uno de cada cinco pacientes puede volver a tener otro-. Lo que sí que disminuyó muchísimo es la muerte hospitalaria.

-Y ese abandono o relajo debe ser tan frustrante para un médico como gratificante es la mejoría que han logrado en el abordaje de la enfermedad coronaria, ¿no?

-Sí. Es lo más frustrante que puede pasarle al médico. Que después de hacer las cosas todo lo bien que podemos, de poner todos los recursos para que ocurre con la mayor celeridad posible, y ver cómo se echa a perder parcialmente por un descuido en los hábitos saludables. No pedimos llevar una vida monacal, sino una vida saludable.

-¿Algún hábito de vida se está relajando más que otros?

-La Ley Antitabaco fue un gran avance, fundamental, pero en España uno de cada cuatro personas fuman, así que queda muchísimo por hacer. Y el estilo de vida de hacerlo todo rápido ayuda poco: el trabajo, el estrés, comemos lo primero que pillamos hasta en casa, y uno de los baluartes que tenemos, la dieta mediterránea, se está abandonando. Y aunque hay un repunte de gente que hace deporte, lo cierto es que un porcentaje grandísimo de la población vive una vida muy sedentaria, con una alimentación mala, y eso contrarresta la mejor atención sanitaria que se presta.

-¿Una patología coronaria que esté en aumento?

-Hoy en día, por la buena atención que damos al infarto, sobreviven más personas, pero desarrollan enfermedades cuya incidencia está aumentando. Por ejemplo, la insuficiencia cardiaca. El paciente sobrevive pero su corazón tiene un daño que le hace bombear menos sangre de la que sus tejidos necesitan. Esa es una patología en aumento, también por el envejecimiento de la población.

-Un hombre tan querido como Quini fallece en la calle. ¿Cómo influye en el ánimo de los pacientes cardiológicos asturianos?

-Cuando algo así le suceda ya sea a una personalidad entrañable, como era Quini, o a alguien de un círculo cercano al paciente coronario, la gente le ve las orejas al lobo y nos lo comentan hasta en la consulta. El paciente se conciencia pero sólo un poco tiempo. Luego llega el relajo.

-Además de hábitos de vida saludables, ¿alguna otra medida que recomendaría como cardiólogo?

-Hay dos que son capitales: una, tener en cuenta que se deberían hacer reconocimientos cardiológicos previos a prácticas deportivas algo intensas como son las de atletismo o ciclismo. Se hace en muchos países y creo que en España van a ir por ahí los tiros en poco tiempo. Y luego, tiene especial importancia en la prevención tener en cuenta los niveles de colesterol malo. Son uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Cualquier persona de 40 años en adelante debe tener analíticas regulares porque a esa edad podemos intervenir y modificar riesgos. Más allá de la alarma social que generan los casos de muerte súbita, por ejemplo en deportistas, lo que estamos viendo los cardiólogos es una incidencia de infartos en población muy joven, población en la década de los treinta años, y eso nos dice que hay un insuficiente control de los hábitos de riesgo.

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