La defensa de Rubén Á. H., uno de los cuatro jóvenes detenidos por el "caso Germán", y al que otros dos arrestados -Imad A. y Yeray R.- señalaron como el autor del golpe al joven gijonés, condena la "campaña mediática" montada en contra del joven de 18 años, detenido el pasado 29 de julio. Los letrados Judith Gómez y Francisco Miranda, miembros del bufete Vox Legis Abogados, que acaban de asumir la defensa del que está considerado como "uno de los principales implicados" en la agresión que conmocionó a la ciudad el pasado año, sostienen "es un chico joven, con una vida social perfectamente normalizada y al que se le está crucificando".

Los abogados quieren dejar claro que "lamentamos profundamente lo ocurrido a Germán y nos alegramos enormemente de su mejoría, que esperemos que vaya a más". Sin embargo, consideran necesario que se desmonten algunas de las ideas incorrectas que llegaron a trascender del suceso. "No es cierto que se haya utilizado una baldosa para agredir a Germán, como han dicho algunas personas", explican, "el informe pericial habla de un hematoma frontal fruto de un golpe en la cara, como podría ser un puñetazo, y otro en el occipital, al caerse contra la acera". Lo que explicaría, según los letrados, las graves lesiones neuronales sufridas por Germán Fernández, que le mantuvieron 50 días en coma y de las que aún se está recuperando.

"Todo lo que se ha argumentado sobre una paliza, el uso de una baldosa y otras afirmaciones similares, no se acomodan a lo sucedido", analizan, "no fue una paliza, fue una pelea entre dos grupos de jóvenes al salir de una discoteca, después de haber consumido alcohol, como hay cientas. Solo que esta con unos resultados fatales", analizan. "Se ha sobredimensionado todo", aseveran los abogados, "tales consecuencias no eran queridas ni previstas por ninguna de las personas intervinientes en la pelea. Nada de lo actuado hasta la fecha acredita en modo alguno intencionalidad lesiva", explican.

También hacen hincapié en que "el largo periodo en prisión de los investigados en nada favorece a la causa de la justicia y por el contrario resulta de un daño irreparable por el efecto criminógeno de la presión a esas edades tan tempranas; máxime si tenemos en cuenta que no existe riesgo alguno de fuga", concluyen.