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RUPERTO ÁLVAREZ ROMERO | PROYECTISTA MECÁNICO YA JUBILADO Y CODESCUBRIDOR DE LA CUEVA DE ARTE RUPESTRE TITO BUSTILLO HACE 50 AÑOS

El destino artístico de Ruperto estaba en Tito Bustillo

Álvarez Romero, hijo de pintores, participó en 1968 en el hallazgo de la cueva rupestre de Ribadesella

El destino artístico de Ruperto estaba en Tito Bustillo

La casa de Ruperto Álvarez Romero en Somió bien podría ser un museo. De la pared cuelgan decenas de cuadros, lascas de sílex, recuerdos de viajes y una inmensa colección de mariposas. No queda ni un hueco en blanco desde la entrada hasta la última habitación. Cada rincón es el reflejo de una afición: el arte, la espeleología y la naturaleza. La primera porque es hijo de artistas: del pintor -ya fallecido- Ruperto Álvarez Caravia y de la escultora Covadonga Romero, que aún goza de buena salud a sus 100 años de edad. La segunda, la espeleología, porque fue uno de los diez chavales que en abril de 1968 descubrieron la cueva de Tito Bustillo. Y la tercera porque es un enamorado de la pesca, las plantas y, sobre todo, los lepidópteros. Conserva, perfectamente catalogados por tamaño y especie, más de medio centenar de hermosas mariposas.

Cuando Ruperto Álvarez muestra su chalé bromea con que él no heredó la vena artística de sus padres. Al menos, no para pintar un lienzo o esculpir una figura. Pero sí para descubrir los grabados rupestres de Ribadesella. Ahí estaba su destino artístico. Él mismo juega con las palabras y dice de cachondeo: "Tuvo que llegar 'Ruper' para hallar las pinturas rupestres". Este vecino de Gijón -nació en Oviedo, aunque lleva afincado en la villa de Jovellanos 42 años- tiene talento además para diseñar todo tipo de ingeniería industrial. Como asegura su íntimo amigo Fernando García, "además de una excelente persona, en lo profesional es un gran proyectista mecánico".

Pese a estar jubilado -tiene 72 años-, Ruperto Álvarez no para y junto a su antiguo socio acaba de regalar a las monjas de Santa Teresa de Jesús Jornet un proyecto para automatizar el funcionamiento del invernadero de la residencia: desde el riego hasta el abono. "Lo tenían hecho polvo y la idea es que ahora las hermanas puedan sembrar y olvidarse del resto. Estamos buscando patrocinadores que hagan la obra", detalla Fernando García, con el que toma todos los domingos el vermú en el bar La Placina de Somió. Allí "un grupo de ocho o nueve amigos", del que forma parte Manuel del Castillo -el nuevo concejal del PP en el Ayuntamiento de Gijón tras el nombramiento de Mariano Marín como delegado del Gobierno en Asturias-, debaten "sobre todo menos fútbol".

Ruperto Álvarez, presidente de la peña taurina Javier Castaño, es poco aficionado al balón y, en cambio, mucho a temas culturales. La cueva de Tito Bustillo es una de sus luchas personales y profesionales: es miembro de la junta directiva del PP de Gijón y uno de sus funciones es precisamente proteger la joya rupestre. Como codescubridor de la gruta, es muy crítico con la gestión actual y afirma que no descansará hasta conseguir mejoras. Ha perdido la cuenta de cuántas veces pisó el suelo prehistórico de Tito Bustillo, pero recuerda a la perfección el primer día que vio la famosa cabeza de caballo. Fue el 11 de abril de 1968, casi cincuenta años -se cumplirán este mes-. Ruperto no se cansa de contar siempre la misma hazaña. Disfruta como un guaje y se ríe al rememorar que fue gracias a la escapada de Adolfo Inda "para mear" cómo descubrieron lo que hoy se conoce como el camarín de las vulvas. Él y el resto de integrantes del grupo de montaña Torreblanca salieron de la caverna a las tres de la madrugada. Durante todo el día no pararon de explorar la gruta.

De aquella aventura conserva fotos -pocas porque la mayoría las donó al centro de arte rupestre-, y el telegrama que mandó a Oviedo para comunicarle a su madre el hallazgo. "Descubrimos pinturas prehistóricas Ribadesella. Lee LA NUEVA ESPAÑA y la Voz de Asturias. Vuelvo lunes noche. Un abrazo", decía el mensaje. Ruperto también guarda alguna que otra roca de la cueva. La más importante, una pieza de grandes dimensiones que expone en la habitación de su hijo, también de nombre Ruperto "para mantener la tradición familiar".

Ruperto hijo, que es Policía Nacional en Madrid, y su mujer Juli son sus dos grandes amores. "Tuve mucha suerte con él. Son 42 años de matrimonio", dice Juli cuando Ruperto no está presente. El proyectista mecánico, que cocina y cuida con mimo su jardín, es caballeroso, buen tertuliano y cariñoso. También una persona "muy afable, polifacética y culta", como destaca su amigo Manuel de Castillo. En el aspecto político, el concejal popular subraya que Ruperto es "muy seguidor de Cherines", la presidente del PP en Asturias: "Le tiene mucho cariño y admiración".

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