El gijonés de 50 años y al que sus vecinos denunciaron ante la Policía Nacional porque sospechaban que se dedicaba al tráfico de drogas en la zona de El Lauredal aceptó ayer una pena de tres años de cárcel por un delito contra la salud pública y el pago de 2.500 euros de multa. La Fiscalía, que de inicio solicitó cuatro años y cuatro meses de cárcel y multa de 3.000 euros, rebajó sus pretensiones al estimar la drogadicción del procesado, que estuvo representado por Fernando Ángel de la Fuente y su confesión de los hechos.

El ahora condenado fue detenido por la policía tras una exhaustiva vigilancia a raíz de una denuncia vecinal en el mes de junio del año pasado. Fueron ellos quienes sospecharon que éste podría estar dedicándose al tráfico de droga. Fue por ello que la Policía Nacional inició una investigación que permitió constatar que desde el mes de abril de 2017, al menos, se dedicaba a traficar a pequeña escala para consumidores cercanos a su domicilio. De esta forma los agentes interceptaron a dos de sus clientes justo después de encontrarse con el hoy acusado. En los dos casos incautaron sendos envoltorios que tras su necesario análisis resultó ser cocaína en cantidad superior a los cuatro gramos. Ante estas evidencias, el gijonés de 50 años acabó detenido y se solicitó al juez el registro de su domicilio en la zona de El Lauredal.

El pasado mes de junio los agentes inspeccionaron su vivienda y trastero. En la habitación, que mantenía cerrada con llave, hallaron una caja con fragmentos de comprimidos de Alprazaloman -3,8 gramos-, en una cajita escondida dentro de una televisión apareció un papel con 0,27 gramos de cocaína y en otra caja otros 0,15 gramos. También intervinieron, escondida dentro de un zapato, una bolsa de plástico con recortes circulares de los utilizados habitualmente para preparar las papelinas para distribuir la droga. Pero había más.

Una vez en el trastero del inmueble, los investigadores se encontraron con otra bolsa de plástico con recortes circulares y, escondidas en dos agujeros del techo aparecieron dos básculas de precisión y otra bolsa con 30,9 gramos de cocaína. En el momento de su detención portaba dos teléfonos móviles y 505 euros repartidos entre su cartera y un bolsillo trasero del pantalón. En total se le intervinieron alrededor de los 37 gramos de cocaína, cuyo valor en el mercado ilícito ascendería a casi 1.500 euros.