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ÁNGEL CARDÍN TORAÑO | Escritor, economista y experto en azabache

"Ni la sidra ni las piraguas, lo más singular que tiene Asturias es el azabache"

"La explotación de mineral negro fue un complemento campesino muy importante en Gijón: entre Somió y Tazones hubo hasta cien minas"

Ángel Cardín Toraño, con uno de sus libros publicados, en una imagen reciente. MIKI LÓPEZ

- Quieren relanzar el azabache, ¿por qué?

-En el mundo mundial, hoy en día lo más característico de Asturias es el azabache y su trayectoria de más de 19.000 años de historia. Ni la sidra ni las piraguas; lo más singular que tenemos es el azabache y hay que reivindicarlo.

El escritor y economista Ángel Cardín Toraño (1942, Infiesto) ha hecho cuentas y asegura que se cumplen ahora 35 años de su primera conferencia sobre el azabache en Oviedo. Desde entonces, este piloñés aunque afincado en Galicia desde hace cuatro décadas -"en Infiesto ya me llaman el gallego"- no ha parado de pelear por una "piedra semipreciosa", que en la actualidad tallan una treintena de artesanos en la región. "No me hacen mucho caso -dice en referencia a la Administración- pero yo sigo ahí machacando". Pese a vivir en Pontevedra, siempre que la Asociación para el desarrollo de la tradición azabachera de Asturias le llama, responde con un sí. Hoy dará a las 17 horas una charla en el Centro de Cultura Antiguo Instituto dentro de "Los días europeos de la artesanía", una iniciativa que celebra Gijón hasta el domingo con exposiciones, charlas y tallares.

- Una de sus reclamaciones es reabrir una mina.

-La reina Victoria de Inglaterra utilizó el azabache como pieza de luto tras la muerte de su esposo, el príncipe Alberto. Todo el imperio estuvo de luto. Compraron las minas de Villaviciosa y durante los 30 o 40 años que duró aquella locura arrasaron con todo. Sacaban 42.000 kilos al año, una monstruosidad. Después, el sector fue decayendo y muchas minas cerraron. Tenemos constancia de que había unas 100 explotaciones familiares. Habría que hacer un esfuerzo por recuperar alguna. Sólo necesitaríamos unos 500 kilos para abastecer a los azabacheros de Asturias, Galicia y a algún joyero del resto de España. Llevamos ocho años peleando por abrir una mina, además de un museo en Villaviciosa o en Gijón, y seguimos pendientes de permisos.

- ¿Por qué cree que no hay una puesta decidida por el azabache?

-Lo peor es que nunca te dicen que no. Porque si te lo dicen, te cambias de pareja y te vas con otro novio. Todos te dicen: 'Ay sí, qué importante es el azabache'. Y hasta el año que viene. Y así, no avanzamos nunca. Si fuese una mina de oro ya estaría todo el mundo detrás para sacar beneficios. Pero el azabache no apetece económicamente y políticamente tampoco es que mueva masas como si fuesen las piraguas. Yo ya estoy aburrido de pelear.

- Al haber tan poco azabache autóctono, ¿hay intromisión de material extranjero?

-Hay un poquito de Turquía, pero no es tan negro como el nuestro. Como son piezas muy pequeñitas las que se hacen, los azabacheros van estirando el chicle. Quedaron restos de cuando se abrieron los túneles de Villaviciosa y con eso van tirando.

- Se habla siempre de Villaviciosa como epicentro del azabache en el mundo. Pero, ¿y Gijón?

-Yo estuve en unas minas al lado del mar en el municipio de Gijón. Eran explotaciones que se habían cerrado en 1910 o 1920. Se calcula que entre Somió y el puerto de Tazones hubo hasta cien pequeñas bocaminas, que explotaban entre 50 y 100 azabacharos y pulidoras. Trabajaban tres o cuatro meses en el invierno cuando no había labores del campo. Durante el verano no, porque tenían que segar la hierba, coger el maíz, sacar las patatas... Eso era un complemento campesino muy importante en la zona. Pero sí, sí, Gijón estaba muy relacionado. De hecho, también exportó para Inglaterra desde un almacén de la calle Dindurra.

- ¿Qué relación hay entre el Camino de Santiago y el azabache?

-Durante 450 años, en el Camino de Santiago se hicieron entre Gijón y Villaviciosa millones de pequeñas piezas. Hay un documento en Santiago de 1581, en el que piden a unos azabacheros de Gijón 60.000 piezas de una sola vez. Fue una cosa tremenda. Otra prueba de la importancia que tuvo la ruta jacobea para el sector es que los cien últimos metros del Camino se llama rúa (calle) Azabachería. Allí hacían joyas grandes y bonitas.

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