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JAVIER COUSO | Eurodiputado de IU

"Hablamos de listas de unidad popular y no de la integración de IU en Podemos"

"Vamos hacia un mundo cada vez más convulso por el unilateralismo de Trump; no sabemos lo que quiere"

Javier Couso, ayer, en Gijón. JUAN PLAZA

Javier Couso (El Ferrol, 1968) llegó al Parlamento Europeo hace cuatro años, tras la dimisión de Willy Meyer. El eurodiputado de IU es uno de los vicepresidentes de la Comisión de Exteriores. Sigue peleando porque se haga justicia a su hermano, el asesinado cámara de TV José Couso. Ayer participó en un debate en Gijón.

-Empecemos por la última hora: el plan de Alberto Garzón para disolver las federaciones territoriales de IU ha levantado una buena polvareda, al menos en Asturias.

-Sí, pero no me voy a pronunciar hasta que no llegue la asamblea política y social. Voy a hablar de temas internacionales.

-Llamazares acaba de decir que Garzón pretende la disolución de IU en una corriente comunista dentro de Podemos. ¿Comparte esa opinión?

-No, no la comparto.

-¿Usted es partidario de una integración en Podemos?

-Nunca se ha hablado de una integración en Podemos, sino de candidaturas de unidad popular. Nunca se ha planteado que IU desaparezca, y sí acuerdos con otras fuerzas políticas en base a un programa común. No comparto esa visión de IU como una fuerza subalterna.

-La posibilidad de la integración en Podemos es especialmente mal recibida en sectores de IU de Asturias.

-No milito en la federación asturiana. Trabajo en el Parlamento Europeo en asuntos internacionales, así que no puedo opinar.

-Vayamos a lo suyo. ¿Hay cada vez menos Europa por el Brexit y el auge de los populismos de extrema derecha?

-Nosotros venimos advirtiéndolo desde hace tiempo: lo que tenemos es una Unión Europea desigual. A España, así como a otros países del Sur y del Este, nos toca un reparto y una división europea del trabajo que no nos es favorable. Hay problemas de deuda y eso ha producido cotas muy altas de insatisfacción en muchos países. Y la respuesta de la UE no ha sido buena: ahí está el Brexit y el auge de políticas nacionalistas. Los cinco planes de (Jean-Claude) Juncker, con un Banco Central que es calco del Deutsche Bank y tiene incluso prohibido asistir a los países con problemas de deuda o poco desarrollo industrial, no son una salida. De ahí viene esa desafección creciente: de las políticas que nosotros calificamos de neoliberales. Añadimos la crisis por los refugiados o una política subalterna de Estados Unidos. Todo eso es un caldo de cultivo para que la UE tenga cada día más problemas.

-Para la charla gijonesa se ha elegido un título que llama la atención: "Colombia, la paz que no llega".

-Hemos sido acompañantes de ese proceso de paz: IU y el Parlamento Europeo, con una resolución histórica. El propio Gobierno colombiano admite que hay un cumplimiento por parte de las FARC del acuerdo firmado en La Habana, lo que no sucede por la parte gubernamental. Hay graves problemas en el plano de la erradicación de la violencia política: asesinatos de exguerrilleros o de líderes sociales; no hay tierras para los campesinos, etcétera. Algunos países europeos han empezado a preguntar qué pasa.

-¿El Gobierno colombiano incumple ese proceso de paz?

-Hablamos de una serie de estamentos judiciales o políticos, como el que representa el expresidente Uribe. Hacen todo lo posible para que se incumplan esos acuerdos.

-Usted es un buen conocedor de Latinoamérica. ¿Cómo hay que entender el relevo presidencial de Raúl Castro por Miguel Díaz-Canel?

-Con absoluta normalidad. Es lo que dice la Constitución cubana, votada mayoritariamente en 1976. Desde España debería verse con respeto. En Europa hemos pasado de una política común nefasta -inspirada por Aznar y que la mayoría de los países se saltaban- a un acuerdo de colaboración y diálogo que me parece bien. Y así me gustaría que fuera siempre: con respeto a la soberanía y hablando de tú a tú; también de los derechos humanos pero en ambas direcciones. Hay que tener en cuenta, además, la emergencia de actores como China.

-No se le escapa que muchos cubanos esperan más democracia política y económica...

-Creo que Díaz-Canel va a mantener los principios de la Revolución. Conozco muy bien Cuba, donde he estudiado y me he casado, y es muy diferente a lo que se cuenta aquí. La mayoría de los cubanos quieren mantener las conquistas de la Revolución: hay menos mortandad infantil que en Estados Unidos, por ejemplo; la educación y otras cosas. Es curioso que están volviendo los jóvenes de Miami. El pueblo cubano será quién diga cómo será el futuro, y claro que hay discusión: en Cuba se debaten las cosas.

-Antes hablaba de China, con una presencia cada vez mayor en varios países latinoamericanos. ¿Se ha convertido en un competidor serio para Estados Unidos?

-Absolutamente. Es una de las razones de la guerra comercial de Trump con China, que es ya, según algunos autores, la primera economía mundial. Una presencia que será cada vez más importante con la política de la "Nueva Ruta de la Seda", en la que incluso participa España. Algo curioso, por cierto. El PP da lecciones de democracia con algunos países pero mantiene unas relaciones fluidas con China. Parte de esa "Nueva Ruta de la Seda" puede pasar por el corredor mediterráneo. Estados Unidos está asustado porque quiere la unipolaridad. Mucho de lo que pasa en Oriente Medio tiene que ver con esa nueva situación.

-¿Maduro ha llevado al bolivarianismo, que ha sido la cifra de la nueva izquierda latinoamericana, a un callejón sin salida?

-No. Ha ganado unas elecciones. Había un acuerdo importante a punto de firmarse pero una parte de la oposición venezolana no quiere. ¿Por qué? Porque no le interesa la disputa democrática, sino el cambio de régimen mediante una estrategia de terrorismo callejero. Ahora han optado por la presión internacional. Ni siquiera creo que estemos ante un cambio de ciclo: la izquierda puede obtener el poder en México; Evo Morales ha sacado un resultado impresionante en Bolivia.

-Cambiemos de continente. La guerra de Siria lleva años siendo foco de tensiones internacionales. ¿Puede desencadenar un enfrentamiento a mayor escala entre las grandes potencias?

-Hemos estado a punto. Algunos analistas han dicho que hubo más peligro de llegar a esa situación que cuando la crisis de los misiles en Cuba. La bravuconería de Estados Unidos puede llevar ahí. Hay que tener en cuenta que Rusia tiene en Siria una de sus salidas al Mediterráneo y acuerdos amparados por la legalidad internacional. Sin pruebas y con otras que se están demostrando falsas -no había restos de sustancias químicas en los tres lugares atacados por misiles-, y sin el amparo del Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos ha tensado la cuerda. Claro que podemos llegar a un enfrentamiento nuclear. Rusia ha dicho que respondería si moría alguno de sus soldados.

-¿Cuál debe ser la posición de la UE en el conflicto sirio?

-Le he dicho a (Federica) Mogherini, en la comisión, que se equivoca. La UE sólo acepta como interlocutor a una parte de la oposición, algunos pagados por los países del Golfo, y no al Gobierno sirio, que está representado en la ONU. Hay que hablar con todos los contendientes. Cuando visité Siria me confirmaron que hay colaboración antiterrorista con la mayoría de los países de la UE, excepto Francia. ¿Por qué no tenemos acuerdos políticos cuando allí empieza a haberlos? El Ministerio de Reconciliación lo dirige un conocido opositor a Bashar al-Ásad. La UE está empeñada en el cambio de régimen en un país que ya ha sufrido el éxodo más importante de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial.

-¿La solución pasa por Bashar al-Ásad?

-Pasará por lo que decidan los sirios. ¿Por qué los occidentales tenemos que decidir los presidentes y sistemas de otros países? Frente a los terroristas de Al Qaeda y el Daesh, que han atentado en nuestros ciudades, me parece bochornoso que no se quiera hablar con un gobierno.

-¿El unilateralismo de Trump lo complica más todo?

-Muchísimo; no sabemos lo que quiere. Las otras Administraciones tenían una política exterior definida, alguna nefasta. Hoy tenemos a alguien que un día dice una cosa y otro la contraria. Vamos hacia un mundo cada vez más convulso.

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