"La gente se sigue muriendo por atragantarse con una aceituna o un trozo de bocadillo. Eso es real. De hecho, cada uno de nosotros tiene más posibilidades de asistir a una muerte súbita de una persona que tiene cerca o un atragantamiento letal, que de presenciar un accidente de tráfico. Es muy posible que seamos testigos de una situación que le pueda costar la vida a alguien y ante eso hay que saber intervenir". Raquel Palacio, enfermera gijonesa, y su marido Felipe Carreño, se pusieron el pasado jueves al público del Club LA NUEVA ESPAÑA en Gijón a experimentar sin complejos cómo hacer una reanimación cardiopulmonar a un desplomado en la calle, o cómo realizarle una maniobra para expulsar un trozo de comida que le pudiera estar causando un atragantamiento. Para perder el miedo y verse en situación.

Sobre eso giraba el club de la salud que protagonizaron los dos sanitarios que llevó por título el mismo que el programa formativo que desde hace años llevan a cabo en múltiples colegios y escuelas de la región: "Con tus manos puedes salvar vidas". Se trata, explicaron, de animar a todos esos testigos que a día de hoy se quedan sin intervenir ante una muerte súbita, una inconsciencia o un atragantamiento, a "perder el miedo e intervenir. Son técnicas y maniobras muy sencillas, que hasta los niños aprenden y saben manejar, y de las que puede depender la vida de alguien. Porque el 80% de esos casos se producen rodeados de testigos, pero en España sólo uno de cada cinco testigos se atreve a intervenir", contó.

Y ese es tiempo que se pierde, vital sobre todo para que un cerebro mantenga su oxigenación y pueda recuperarse al paciente sin secuelas. Según la especialista, en Gijón la media de tiempo que tardan los servicios sanitarios en llegar a una emergencia, desde que les avisa el 112, son ocho minutos y "cada minuto sin intervención de un testigo son menos posibilidades de vida".