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Virginia González y Rosario de Acuña, feministas y heterodoxas

La dirigente comunista y la escritora tuvieron oportunidades de mostrar en público el respeto mutuo que se tenían y la admiración fraguada en la lucha social

Rosario de Acuña.

Rosario de Acuña, la escritora, la militante feminista y siempre en vanguardia, murió en Gijón en mayo de 1923, había nacido en Madrid en 1850. Mítica gijonesa, poliédrica y de quien renunciamos aquí a relacionar sus escritos y mencionar aspectos de su vida. La obra completa recopilada y comentada por José Bolado en cinco tomos editados por KRK nos lo evita: un tomo de prosa; otro de cuentos, cartas y teatro; otro de poesía, y dos de artículos. Añadimos a eso varios trabajos sobre doña Rosario obra de Macrino Fernández Riera. Hay que leer a Rosario de Acuña, y visitar su tumba en el cementerio civil de Gijón. Simple tumba como ella pidió en su testamento, sólo con un ladrillo en la cabecera con las letras R. A. Es raro que no tenga siempre una rosa roja encima depositada por manos anónimas.

Vamos con algo quizás no muy conocido. En sus escritos vemos en varias ocasiones su solidaridad con el trabajo minero. Con el de los propios trabajadores de la mina y con la labor de sus familias. Por ejemplo, con motivo del Primero de Mayo de 1920 Rosario escribe sobre un viaje que había realizado, un año antes, el 22 de junio de 1919, a Turón, para ver y escuchar a la como ella activista Virginia González. Era entonces Virginia una destacada dirigente socialista (de hecho en el acto se fundaba la agrupación socialista de Turón que presidía Julia García y que tenía cien mujeres militantes) pero enseguida fue una de las fundadoras del Partido Comunista de España en el año 1921, y murió en Madrid muy pronto, en agosto de 1923, sólo tres meses después de morir Rosario en Gijón.

No se conocían personalmente las dos mujeres en aquel junio de 1919, Rosario con sesenta y nueve años y Virginia con cuarenta y seis. Se vieron por primera vez aquel día en Turón, y rodeadas de mujeres de mineros. Se conocían sí por sus escritos, y se admiraban mutuamente, pero a partir de entonces se forjó entre ellas una gran amistad. Virginia ya estuvo en Gijón la semana siguiente, el 30 de junio de aquel 1919, hablando únicamente para las tabaqueras y cigarreras, y nos lo cuenta "El Noroeste" apuntando que "la propagandista Virginia González es una de las más completas mentalidades del proletariado femenino".

Rosario de Acuña acudió a otro mitin de Virginia González -en Gijón, en la Casa del Pueblo de los Labradores y organizado por la Juventud Socialista Gijonesa- donde se habló de antibelicismo y anticlericalismo. Sobre eso leemos en "El Socialista", de 4 de julio de 1919, entre otras cosas esto: "Hallándose presente la culta escritora y librepensadora doña Rosario de Acuña, que había pasado inadvertida para el público durante el acto, se adelantó a la tribuna para obsequiar a Virginia con un hermoso ramo de flores. Subió doña Rosario a la tribuna y, al abrazarse ambas luchadoras, el público prorrumpió en una gran ovación".

Virginia González también había participado antes, el 1 de julio de 1919, en otro mitin en la Plaza de Toros de El Bibio. Esta vez no nos consta la presencia de Rosario de Acuña pero sí la de Eleuterio Quintanilla, "allí se habló en contra de los atropellos a que son sometidas las obreras de la fábrica gijonesa de La Algodonera".

Pero volvemos a aquel mencionado mitin de Virginia González en Turón, en junio de 1919, donde también participó Wenceslao Carrillo. Nos lo cuenta "El Noroeste" del 24 de junio de 1919 (habla de cinco mil asistentes, "predominando el elemento femenino"), también nos lo cuenta la misma Rosario de Acuña, en "El Socialista, el 1 de mayo de 1920.

Pero, lo curioso, ¿cómo fue Rosario desde Gijón a Turón? En tren hasta Santullano y desde ahí hasta Turón caminando. Leemos en "El Noroeste": "Inesperadamente se presentó en el mitin la insigne escritora, gloria de las letras españolas, doña Rosario de Acuña, que a pesar de su avanzada edad se impuso el sacrificio de venir andando desde Santullano". Y leemos a Virginia González: "La viejecita me contaba, riendo, las fatigas que había pasado para llegar allí. No encontrando en Santullano coche que la llevara a Turón a aquella hora, y obedeciendo a su deseo, con aquella voluntad de acero, se fue andando unos cuantos kilómetros por un camino muerto donde a trechos se hacía difícil la respiración, debido a los gases que se desprendían de los grandes montones de carbón".

Rosario de Acuña tenía en ese momento casi setenta años, y moriría cuatro años más tarde.

La vía de Gijón que recuerda a la feminista, escritora y librepensadora Rosario de Acuña sufrió algunas vicisitudes que aquí vamos a repasar. En primer lugar, a los dos meses de su muerte, se pone su nombre al camino que va desde el Piles al lugar donde vivió sus últimos años en La Providencia. Tras la guerra civil, en 1938, se llamó durante un tiempo avenida de Italia, aunque una intervención del vice-cónsul de ese país en Gijón logró que el homenaje a Italia en el callejero gijonés tuviese una localización más céntrica: la Plaza de Italia al comienzo de la calle Corrida. En 1939 se aprobó llamarla avenida de la Providencia y, por fin, el 11 de mayo de 1990 se aprobó el nombre de paseo de Rosario de Acuña.

Respecto a Virginia González digamos que también está en el callejero de Gijón, y eso desde el año 2011. Con una calle en Tremañes, al final de la avenida de Lloreda.

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