El Festival Metrópoli, una de las citas más representativas del verano gijonés, ha impulsado, de cara a esta próxima edición, un protocolo antiacoso, con la intención de que "todas las personas que vengan, se sientan seguras".

"Metrópoli es un festival con un ambiente tranquilo, familiar. Nunca hubo ningún tipo de problema", enfatiza su director, Marino González, "pero impulsamos este protocolo para que la gente que nos visite no sienta la inseguridad de acudir a un recinto cerrado o un evento masivo", explica.

Así, en el documento se especifica que "no toleraremos ninguna expresión ni forma de acoso hacia cualquiera de los asistentes o trabajadores del evento. Esto incluye, pero no está limitado a: agresiones físicas, acoso verbal, acoso sexual, intimidación, símbolos de odio, acechos, contacto físico, o acercamiento no deseado". Del mismo modo, se insta a los presentes a poner en conocimiento de cualquier trabajador del evento "si eres testigo o víctima de cualquier acto de acoso o te das cuenta de que alguien está siendo acosado".

Pero también recoge cuestiones tan básicas como "si quieres acercarte o sacarte una foto con cualquiera de los asistentes o invitados del evento, pregunta siempre primero y respeta el derecho de la persona a decir no". Porque, como asevera González, "la gente va disfrazada porque le gusta, porque así se lo pasa bien. Son personas, no pueden ser tratados como cosas, no van así vestidos para que te saques una foto con ellos, no son trabajadores del evento". Así, se recoge en el documento: "si se incurre en cualquier situación molesta, no permitida, de acoso o de índole sexual, el fotógrafo podrá ser expulsado del recinto". A fin de cuentas, explica González, "a Metrópoli van perfiles muy distintos de personas, con gustos muy contrapuestos. Llamar friki a alguien por ir disfrazado, también es acoso". El director del festival también pone en el punto de mira otro tipo de acoso, el sexual. "Metrópoli no es como otros festivales más masivos, en el que prima la fiesta. Sin embargo, la gente no puede sentirse con el derecho a hacer cualquier cosa por llevar dos copas encima", sentencia.

Un par de semanas antes de que el festival dé comienzo, tendrá lugar una reunión de seguridad en el que se aleccionará a los trabajadores del evento, sobre cómo actuar en este tipo de casos, si se dieran. "Si se detecta alguna situación como esta, la persona será automáticamente expulsada del evento sin derecho a devolución de las entradas" y va más allá: "si el acto es constitutivo de delito, se denunciará a las autoridades". Todo para "desarrollar un festival divertido, seguro y en un entorno donde estés seguro y aceptado".