La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JUAN SUÁREZ-LLEDÓ GRANDE | Periodista y sacerdote del Opus Dei

"No recuerdo haberlo hecho, pero veo bien rezar por que el Sporting ascienda"

"Un día, en un viaje a Roma para universitarios, entendí que podría funcionar lo de dedicarme a Dios, e ingresé en el Opus Dei como numerario"

Juan Suárez-Lledó, que hoy será ordenado sacerdote en Roma. J. M. S.

Es uno de los 31 diáconos del Opus Dei que hoy serán ordenados sacerdotes en la basílica romana de San Eugenio, en una ceremonia presidida por el cardenal, Robert Sarah. Hijo del endocrino Emilio Suárez-Lledó y de Sagrario Grande, Juan rebosa felicidad a través de su charla.

- Dígame quién es.

-Nací en Gijón el 19 de septiembre de 1980, segundo de cinco hermanos. Me considero ordenado y trabajador; me gusta llevar un horario aunque no excesivamente rígido. Esto no es incompatible con ser sociable y alegre, que también me gusta.

- ¿De pequeño que soñaba ser?

-Hombre, como tantos, al principio futbolista o deportista; el atletismo también me atraía. Luego la comunicación, la publicidad, el modo de contar y trasmitir, no sólo de palabra sino también con imágenes, me fascinó. También le cogí el gusto al periodismo deportivo, y a la gestión de empresas de comunicación.

- ¿Ha sido un buen estudiante?

-Diría que normal. Con lo que me gustaba o atraía, me empeñaba más, ponía ese toque de ingenio o un plus de interés. Guardo buenos recuerdos de algún año de BUP o COU, cuando formaba parte del consejo de mi curso.

- ¿Dónde estudió?

-El parvulario lo hice en Peñamayor y la secundaria en el colegio Los Robles. La verdad es que siempre estuve rodeado de buenas personas, buenos profesionales y buenos compañeros. Me interesaba el Periodismo, pero en Asturias no había posibilidad. Entonces pedí la admisión en la Universidad de Navarra, donde varios amigos de mi clase iban a estudiar también allí. Esta Universidad tiene prestigio en esa materia, así que si me admitían, encantado. Al final, salió bien.

- Sé que le apasiona el deporte, ¿pero cuál?

-En primer lugar el fútbol, aunque he procurado hacer un poco de todo, como baloncesto, correr, paddle, sky? Recuerdo que me apuntaba el primero para hacer recados que nos pedía mi madre o mi padre. Al pasar la puerta de casa apretaba el cronómetro y bajaba las escaleras saltando a toda velocidad y seguía por la calle San Bernardo hasta llegar al semáforo de la cafetería Bariloche, y de ahí a la tienda en cuestión, y luego vuelta a casa. Creo que no hacía malos tiempos. También participé en alguna carrera con mi hermana María, que le gustaba. En el colegio, estuve entre los primeros en los ejercicios de gimnasia. Pero el futbol siempre ocupó el primer lugar. Jugué, al principio, en el Club Deva y entrenábamos en la playa de San Lorenzo o en el Parque Inglés. Luego, con mi hermano José, estuve en el San Lorenzo. Al llegar a la universidad jugué varios torneos.

- ¿Y las chicas, qué?

-Guardo muy buen recuerdo de la pandilla que teníamos en Gijón, sobre todo porque éramos de varios colegios de la ciudad y también de Oviedo. Procedíamos de La Asunción, de Los Robles, de la Inmaculada, Peñamayor, Codema, etc. Era genial. Hacíamos planes, y nos reuníamos en nuestras casas para celebrar cumpleaños, o salíamos por Somió o la zona de La Arena, el Muro, las romerías de los pueblos, el concurso hípico del verano?

- ¿Cómo supo que Dios le llamaba al sacerdocio?

-No es fácil responder. Pero pienso que es la misma sensación que cuando alguien decide casarse o tomar un compromiso para toda la vida, de esos que impresionan pero que son geniales. A mí me gustaba ser feliz llevando una vida normal, como cualquier otro. Un día comprendí que quizá podía también ayudar a otras personas a conseguirlo; ser felices intentando ser normales sacando adelante su vida. No porque les dé soluciones redondas, sino por estar ahí, dándoles una mano en lo que pidan. Esto lo vi desde pequeño en el colegio y también en mi casa. Mi época en la universidad reforzó esa idea, y empecé a buscar algo más a Dios, a rezar un poquito. En Gijón acudía de vez en cuando a actividades que organizaba una asociación juvenil que dirigía el Opus Dei; el ambiente me atraía, disfrutaba de esos planes. Y un día, en un viaje a Roma para universitarios, entendí o "me vi" que aquello podría funcionar. Me refiero a la idea de dedicarme a Dios y a los demás. Ingresé en el Opus Dei como numerario. Trabajaba en el departamento de Comunicación Institucional de la Universidad de Navarra y ayudaba en la dirección del Colegio Mayor Belagua. Más tarde me ofrecieron formarme en Roma haciendo los estudios de Teología. Acepté y aquí estamos.

- ¿Lo vio claro o tuvo dudas?

-Creo que fue algo que llevó una evolución, sin grandes dudas ni seguridades. Pienso que obedeció a un desarrollo natural, pues el trato con Dios, digamos, que ya estaba consolidado. Y esto no había sido siempre así, la verdad?

- Creo que es usted un fan del Sporting, ¿reza para que suba?

-No guardo un recuerdo nítido de pedirlo, pero? Considero que es un acontecimiento que alegra y ayuda a una ciudad entera. Y más cuando se sigue toda la evolución, como la subida con Abelardo, que fue maravilloso. Ser deportista es un trabajo lleno de virtudes, y todo el mundo reza para que las cosas salgan bien. Veo muy bien rezar por ello. Supongo que más de un jugador pide mirando a la Santina que hay en el túnel de vestuarios de El Molinón, la victoria. Ojalá subamos.

- ¿Enemigo del Oviedo?

-No, no lo pienso así. El pique sano estuvo o está ahí? Paro al jugar en algún equipo federado nos daban la posibilidad de ir los domingos al campo del Oviedo gratis. Y celebrábamos con todo el estadio los goles, animábamos?

- ¿Qué es para usted el Opus Dei?

-Lo que me ha ayudado a ver la vida como la veo ahora. Pienso que cuando alguien se encuentra con algo que le ayuda y le hace sonreír, lo compra.

- ¿Cómo han reaccionado sus padres ante su decisión?

-Siempre han respetado la libertad de sus hijos. Mi padre y mi madre están muy contentos. Debo de ser agradecido porque soy feliz desde que nací. He reído, he llorado, he sufrido, peleado, aprendido? Pero ahora creo que Dios me ha dado un gran trabajo, digamos que me tocó, y me encantaría que al Cielo se fuera más gente de la que estaba prevista.

Compartir el artículo

stats