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Manifestaciones de protesta constantes por la tremenda reconversión industrial

Adolfo Suárez advirtió que la solución - ante aquella grave problemática - laboral era un gran pacto de Estado

Manifestación delante de los jardines del Náutico. PEPA TELENTI

Las manifestaciones de protesta por la tremenda reconversión industrial era una constante cotidiana en nuestras calles, sin que nadie diese solución alguna a la gravísima situación familiar de millares de personas que se quedaban sin trabajo y sin posibilidades de volver a encontrarlo. Ante la gravedad de la crisis industrial que padecía Asturias, el seductor Adolfo Suárez -siempre clarividente y sensato- pasó en campaña electoral por Gijón mostrándose partidario de un gran pacto de Estado para salir de aquellos desastrosos tiempos.

Tras cinco años de intenso trabajo como diputado en el Congreso, Pedro de Silva había consolidado su poder dentro del PSOE, por lo que fue elegido secretario general y portavoz del grupo parlamentario en ambas cámaras. De ahí que a nadie extrañase que él fuese el relevo natural de Rafael Fernández. Su candidatura fue defendida por el secretario general de la Federación Socialista Asturiana, Jesús Sanjurjo -con quien frecuentaba hacía años la casa de Alfredo Liñero en La Corolla- y tras ser aprobada sin discrepancias solamente pidió que en el programa electoral quedase bien claro el mensaje diáfano de que su objetivo fundamental era el de construir una región.

Pedro de Silva Cienfuegos Jovellanos quien iba pronto a coger el poder en el Principado de Asturias -tras las elecciones autonómicas de mayo- ya había advertido que "no nos vamos a quedar de brazos cruzados cuando a nuestro alrededor las empresas se hunden, la economía languidece, se pierden puestos de trabajo y, lo que es más grave, no se crean otros que los sustituyan. La reactivación de la economía es la fórmula más eficaz para luchar contra el paro y la reconversión tecnológica hay que hacerla con racionalidad. Hay que olvidarse del fácil recurso de la estatalización de las empresas con problemas, ya que de hacerlo así acabaríamos poniendo en crisis al Estado democrático".

Tras llegar a entendimientos previos con los sindicatos del metal y del carbón, Pedro de Silva se mostraba partidario de "una cuarta economía, con pequeñas y medianas empresas que, con el apoyo del Estado, sean capaces de crear nuevos puestos de trabajo con industrias en sectores alejados de los tradicionales, con actividades más modernas y transformadoras. Todo ello no sería posible sin un clima constructivo, de colaboración y de concierto. Así como las plantas necesitan buena tierra, agua y sol, la economía asturiana también necesita esas buenas condiciones para salir de la crisis y que dentro de cuatro años no sigamos gritando "trabajo, si, paro no". Soy optimista y creo que con la ayuda de todos sacaremos a Asturias adelante. Podemos lograrlo si hacemos de la solidaridad la regla primera de nuestra conducta política y sindical porque creo firmemente en la razón de los trabajadores".

Inclusión de críticos con Palacio en la candidatura gijonesa. Si a nivel autonómico el PSOE lo tenía claro con el horizonte despejado, en Gijón no pasaba lo mismo debido a que las aguas estaban muy revueltas con las críticas públicas al personalismo del alcalde. El apoyo unánime de la Agrupación Socialista a José Manuel Palacio motivó que Carmen García Bloise -responsable de Organización del PSOE- viniese a Gijón en plan bombero para apagar los incendiarios fuegos provocados por las discrepancias de cinco ediles, que helados quedaron con el jarro de agua fría que les echó encima al destacar "la gran labor que José Manuel Palacio había hecho como alcalde, al frente de la candidatura del PSOE, por lo que no se podía prescindir de él. Cuatro años después, la ciudad está mucho mejor. Gijón es una ciudad en crisis que tendrá que afrontar un gran cambio tecnológico".

Al pacto municipal se llegó con la inclusión de concejales críticos en la candidatura, lo que -a juicio de Carmen García Bloise- demostraba la vitalidad y flexibilidad de los compañeros de Gijón. En un tenso congreso que hasta tuvo que ser suspendido, José Manuel Palacio logró imponer como número dos a José Luis Ortiz Hornazabal -trabajador de Ensidesa con seis años de militancia en UGT y el PSOE que había desarrollado una encomiable labor organizativa- y la tercera plaza la logró Luis Aurelio Sánchez Suárez quien fue una pieza clave en las luchas internas por el poder. Como grandes novedades se incluyeron en la candidatura al economista Jesús Fernández Valdés y al asturianista Xuan Xosé Sánchez Vicente.

Por aquellos tiempos, la racionalidad se imponía en los grupos conservadores -y no como ahora que solamente se dividen, lo que nunca favorece en las urnas a sus intereses electorales- por lo que gracias a una buena sintonía política y especialmente por el empeño personal de abrir prósperos caminos, Francisco Álvarez-Cascos, además de pescar el "campanu" también fue cabeza y algo más de cartel en las dos candidaturas de la gran coalición de Alianza Popular, el Partido Democrático Popular y la Unión Liberal, en Asturias y en Gijón. Todos confiaban apasionadamente en su líder para lograr el poder en un territorio históricamente de izquierdas: entonces misión imposible.

Las urnas hablaron y en aquel salón oficial de sesiones del Ayuntamiento que pasó decorativamente del color rojo al verde, José Manuel Palacio -que prometió no ser exclusivista en su segundo mandato, aunque no lo cumplió- obtuvo veinte votos y Francisco Álvarez-Cascos siete.

Gijón no era, desde luego una isla, ya que el PSOE obtuvo un triunfo arrollador en todo el país. La victoria del PSOE resultó especialmente significativa en Cataluña y en el País Vasco. Para no olvidarlo conviene recordar estos días que Herri Batasuna, la coalición abertzale para quien ETA Militar pidió el voto -al mismo tiempo que reivindicaba tres asesinatos- se hundió estrepitosamente. El PSOE obtuvo la mayoría absoluta en once de las trece comunidades autónomas: Baleares y Cantabria fueron las excepciones. Tiempos felices con prósperos pesebres que debiera motivar a la reflexión de algunos conspicuos. Los resultados confirmaron ya la indeseable tendencia al nefasto bipartidismo político en España. Que nadie se llame a engaño cuando saltan las alarmas, dado que los partidos del tradicional bipartidismo imperante en este país se encuentran en caída libre, tal como reflejan las encuestas.

Un gran bulevar en el paseo del muro de San Lorenzo. Con diez meses de retraso y con la debida prudencia ante los nuevos gobernantes, dado que los anteriores que les habían contratado a la hora de la verdad no les dieron su respaldo, el equipo de técnicos -que contra viento y marea había luchado y remado para llegar a buen puerto- entregó el Plan General de Ordenación Urbana para su aprobación definitiva. El motivo que alegaron para justificar su tardanza fue el que el Ayuntamiento no facilitó puntualmente la documentación cartográfica -ya que no siempre encontraron los urbanistas contratados facilidades en las oficinas municipales que se resistían a ceder su parcela de poder en la nueva planificación- trabas que no fueron discutidas por nadie. El urbanista Ramón Fernández-Rañada confiaba en que en una década pudieran ser resueltos los graves problemas que padecía la ciudad.

Pasar del papel a la realidad ellos calculaban, a ojo de buen cubero, que costaría unos veinticuatro mil millones de pesetas a pagar en diez ejercicios presupuestarios. Entre las destacadas actuaciones propuestas para dar una nueva imagen a la fachada de la ciudad, se contemplaba la conversión de gran parte del paseo del muro de San Lorenzo en un gran bulevar acercando los jardines del Náutico a La Escalerona, a fin de incorporarlos a la playa y crear así una gran zona de expansión para la ciudadanía.

Sabido es que del dicho al hecho siempre hay un trecho.

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