"Con el máximo desprecio a la vida humana y un ánimo de lucro despiadado". Con estas palabras definió ayer el fiscal antidroga Ignacio de Lucas a los cuatro narcotraficantes procesados por dejar morir al gijonés Fernando Bernardo Gómez, de 38 años y vecino de El Llano, que les hacía de "mula" para distribuir cocaína por toda Europa, transportándola desde España hasta Suiza. "Todos los acusados intervinieron en el proceso mortal -el gijonés falleció tras romperse una de las 67 bolas de droga que había ingerido- para la vida de Fernando, todos son eslabones en la organización y Fernando era el más débil", relató el fiscal antes de mantener su petición de 30 años de cárcel para Heriberto Reyes y otros 24 años para el resto de procesados, Benjamín Guzmán, Alexander Méndez y Alba Leidy Cabrera. El juicio, celebrado durante tres días en la Audiencia Nacional, quedó ayer visto para sentencia.

Los cuatro procesados han negado siempre toda responsabilidad en el deceso de Fernando Bernardo, que apareció decapitado y descuartizado en una maleta en una zona boscosa del sur de Francia. El lunes, en la primera sesión, los cuatro ofrecieron su particular versión de las últimas horas de este gijonés, que falleció en la casa de Alexander Méndez en la localidad de Villadiego (Burgos). Pero todas las versiones fueron distintas, salvo en señalar a un quinto implicado en los hechos, al que llamaron "El Gordo", y al que atribuyeron por primera vez toda responsabilidad.

Las defensas de los procesados solicitaron ayer su libre absolución amparándose en un informe pericial hecho en Francia, cuando aparecieron los restos mortales del gijonés. En ese informe se dice que la causa de la muerte de Bernardo fue la intoxicación aguda por cocaína, lo que implica el fallecimiento en unos 20 o 30 minutos, por lo que el deceso era inevitable hiciesen lo que hiciesen los procesados. No obstante, la Fiscalía insiste en que el gijonés "falleció porque nadie le atendió". Después, los acusados le hicieron una laparotomía para extraerle las cápsulas de droga, le decapitaron y le descuartizaron para deshacerse de los restos en una maleta.

Según el relato de los hechos, Reyes dirigía una estructura que introducía droga desde República Dominicana, su país de origen, a España. Fue así como en el año 2011 contactó con Fernando Bernardo, natural de Gijón, para que éste transportara al continente europeo la mercancía en su organismo. El asturiano acabaría descuartizado por la droga y el cadáver metido en una maleta.

Deuda contraída

Pese al trabajo realizado por la víctima, ésta contrajo una deuda de 14.000 euros con el líder de la red debido a su adicción a la droga, de acuerdo con el escrito que recoge que a partir del año 2013 Reyes cambió su domicilio a Suiza, país hasta donde el 'mulero' se trasladaba con una frecuencia de dos veces al mes para transportar las cápsulas de cocaína que en su total sumaban cerca de un kilo. La dinámica solía ser siempre la misma y comenzaba en un piso de la localidad burgalesa de Villadiego. Hasta allí se trasladaba la víctima, que era recogida o bien por Reyes o bien por los otros tres acusados --Benjamín Guzmán, Alba Leidy Cabrera y Alexander Méndez--, todos ellos personas de su total confianza. Una vez allí y tras ingerir las cápsulas, se trasladaban a Suiza en coche donde expulsaba las "bellotas". Este "modus operandi" se realizó con regularidad hasta que el día 7 de julio de 2014 Bernardo, cuando llevaba 67 cápsulas ingeridas, advirtió a los acusados de que no se encontraba bien y, finalmente, murió. La Audiencia Nacional dictará sentencia.