Cada primavera, con la llegada del buen tiempo y el cambio de vestuario, prolifera la publicidad de innumerables artículos, centros, y productos, que no ofrecen más que "dietas milagro" carentes de todo rigor científico. Este tipo de dietas no son la solución a ninguna de las consultas de nutrición y nunca nos ayudan a adelgazar de manera adecuada. Es más, pueden ir acompañadas de riesgos para la salud.

Por desgracia, es un tópico ya de estas fechas y sucede todos los años, pero debemos aprender a detectarlo.

Que no te engañen, en nutrición no existe la magia

Su atractivo es adelgazar rápido y sin esfuerzo, pero lo que la gente ignora, es una común carencia de nutrientes esenciales que pueden dar lugar a problemas de salud y que al abandonarlas es habitual engordar más kilos de los perdidos; fenómeno conocido como "efecto yo-yo".

Hay varias modalidades, pero al final esconden todas los mismos peros. Podemos encontrar "las monodietas", que fomenta el consumo de un alimento concreto atribuyéndole propiedades beneficiosas, "dieta de muy bajo aporte calórico" y, por último, las más extendidas, que son "las dietas hiperproteicas". Seguir esta clase de dietas una temporada, puede llegar a causar alteraciones gastrointestinales por falta de fibra, lo que puede derivar en estreñimiento, mareos, intolerancia al frío, sequedad de la piel, la pérdida de cabello, insomnio, ansiedad (especialmente por consumir azúcar e hidratos de carbono), irritabilidad, incremento de los niveles de colesterol, y un largo etcétera.

Por eso, debemos aprender a detectarlas y tener claro que su mayor reclamo es que prometen perder peso rápido y sin esfuerzo. Se busca la máxima bajada de kilos sin control por parte de un nutricionista que nos acredite que lo que se está perdiendo es masa grasa. Además, sugieren una ingesta demasiado baja de calorías, lo que supone un aporte deficiente de nutrientes y energía, a la vez que prohíben la ingesta de alimentos básicos, como pueden ser los hidratos de carbono.

Pautas para adelgazar con cabeza

En primer lugar, que el profesional que realice el plan nutricional sea nutricionista titulado universitario, que es el sanitario realmente cualificado para hacerlo.

En segundo lugar, que la dieta sea siempre individualizada, elaborada para cubrir las necesidades nutricionales de cada uno y que a la vez permita llevar a cabo un ritmo de vida normal y corregir los hábitos alimentarios inadecuados. La restricción energética debe ser moderada, que induzca una pérdida de peso progresiva y constante (0,5 a 1 Kg/semana).

En cada consulta realizo un estudio nutricional completo de cada persona. No vale sólo con pesar, medir y calcular el IM, hay que profundizar en la composición corporal y el estado nutricional en cada caso. Este estudio lo realizo basándome en antropometría y bioimpedancia para cuantificar lo que corresponde a masa grasa, masa libre de grasa y cuanto a agua corporal total. Además de dicha valoración, se analiza más concretamente el exceso de grasa donde está localizado, si a nivel abdominal o bien en glúteos y cadera, etc.

Muy importante también es valorar los hábitos, gustos y aversiones, de manera que se ofrece un dieta personalizada, no "prefabricada", teniendo en cuenta todos los aspectos que condicionan nuestra alimentación y, directamente, nuestra salud.

Como evitar el "efecto yo-yo"

La educación dietética es fundamental. Han de adquirirse herramientas para evitar el "hambre emocional" y aprender a cocinar de manera adecuada. Esto implica saber identificar la cantidad de alimentos que necesitas, como combinar los alimentos, como evitar el consumo de "calorías vacías", etc.

Todo ello se logra durante el acompañamiento por parte del nutricionista en las consultas de seguimiento, que es quien debe valorar los progresos e ir adaptando los cambios en la alimentación para conseguir ese objetivo realista que nos hemos marcado, siempre de la formas más segura y eficaz.

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