El primero fue Tenneco y el segundo, Embraco. Pero pronto puede llegar el tercero. Por eso, el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, ha propuesto recientemente al titular de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la creación de una Agencia del Trabajo para resolver conflictos laborales. Como la aprobación del órgano podría tardar todavía dos o tres años, Tajani ha solicitado también una medida temporal: la formación de un grupo de mediadores que intervengan en casos de abuso de las multinacionales.
Según fuentes del equipo de Tajani, conflictos como el gijonés y el italiano responden a "cierres precipitados", a "decisiones que se tomaron en sólo un minuto", sin pensar en sus consecuencias. "Es un caso que corre el riesgo de crear un precedente peligroso, porque en lugar de favorecer el crecimiento armonioso de una red industrial europea indispensable, se cambian piezas de una parte de la UE a otra", manifestó en febrero el presidente del Parlamento Europeo en pleno conflicto con la compañía Embraco. "El objetivo de la política industrial europea no es perder empleos en Italia y trasladarlos a Eslovaquia", añadió. Como también se pretendía con Tenneco, con un salto de Gijón a Polonia.
Estos dos ejemplos demuestran hasta qué punto los políticos europeos pueden llegar a solucionar deslocalizaciones, siempre y cuando se traten entre países. La Unión Europea, señalan fuentes cercanas al Parlamento, nunca podrá mediar en cambios de sede dentro de un mismo país. El propio presidente francés, Emmanuel Macron, salvó cuando era todavía candidato una planta de la multinacional Whirlpool, que preparaba la mudanza a Polonia.
