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Justo del Castillo y la cabeza parlante

Llegó a Gijón en 1865 para dirigir las obras de la línea férrea con Oviedo y aquí se quedó, donde fue edil y desenmascarador de farsantes

Truco de la cabeza parlante. A la derecha, tal como lo veían los espectadores.

Mítico fue Justo del Castillo y Quintana, que nació en Santander en el año 1841 y murió en Gijón en enero de 1912. Nos ahorramos resumir su vida y obra ya que por ejemplo todo ello se puede consultar, y excelentemente documentado, en el libro de Agustín Guzmán Sancho "Justo del Castillo Quintana: el Gijón vivido (entre 1865 y 1912)", que editó en el año 1997 el actual edil Manuel del Castillo, bisnieto de Justo.

Digamos simplemente que fue ingeniero y publicista, profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Gijón, situada en donde hoy se encuentra el Colegio Público Gaspar Melchor de Jovellanos en la calle de La Merced, y en la cercana Escuela de Comercio de Gijón. A Gijón vino en el año 1865 para dirigir las obras del tren Oviedo-Gijón, y aquí se quedó al casarse con la gijonesa Carolina Díaz-Calderón. De ese matrimonio nacieron dos hijos: Carolina del Castilllo, que fue una conocida pintora, y Juan del Castillo, ingeniero, farmacéutico y director de la Escuela Industrial de Gijón. Nuestro mítico don Justo fue concejal del Ayuntamiento de Gijón durante la primera república, en 1873, fue muselista declarado y promotor en San Lorenzo del balneario Las Carolinas, "Las Carolinas" por su esposa y por su hija.

Pero hoy nos centramos en el Justo del Castillo y Quintana más desconocido. En su tiempo era popular un espectáculo, un truco, conocido como La Cabeza Parlante. Un truco, sin duda antiquísimo en los teatros de todo el mundo y que en Gijón se vio por primera vez (y como veremos fue desenmascarado precisamente por Justo del Castillo) en el año 1868.

En la segunda parte de "El Quijote", en el capítulo LXII, cuenta Miguel de Cervantes el caso de "la cabeza encantada" fabricada "por uno de los mayores encantadores y hechiceros que ha tenido el mundo"; y desde luego en los tratados del padre Feijoo, se habla también de estas cabezas parlantes que en los barracones de feria tanto abundaron. Consistía en una cabeza humana (que hablaba, reía, lloraba e incluso comía) que se situaba en medio de una mesa o sobre una fuente y que aparentaba estar animada estando exenta del cuerpo. La explicación venía, en unos casos a través de un juego de espejos y, en otras ocasiones, de un enano ayudante contorsionista. Pues bien, como adelantamos, en un café del Gijón en el año 1868, en el Café del Musel, así llamado cuando el puerto de El Musel aún no había sido construido, se presentó el espectáculo de la cabeza parlante a cargo de un tal señor Rivera.

Acudió al espectáculo un Justo del Castillo de 27 años ya "muselista", favorable a la construcción del puerto en El Musel, contra los que eran "apagadoristas" que apostaban por ampliar el muelle local. Seis años antes el ingeniero Salustio González Regueral había presentado el proyecto del puerto de El Musel con la idea que era ese el lugar más conveniente para el puerto de refugio

El espectáculo tuvo lugar durante varios días en ese café que no estaba en la zona oeste sino en el centro de Gijón. Pero no contaba el señor Rivera con el saber, el afán didáctico y el raciocinio del ingeniero Justo del Castillo que, a los diez días de la presentación, dio una conferencia en el Casino de Gijón explicando las cuestiones técnicas de lo que, muchos gijoneses, habían considerado como realidad.

"Ayer hemos tenido el gusto de ver en el Casino un modelo explicativo de ese espectáculo de la Cabeza Parlante que ha tenido tanta repercusión, a cargo del ingeniero don Justo del Castillo que ha puesto de relieve el sencillo mecanismo que hace producir la ilusión y que será, muy pronto, conocido en todas partes. Tan pronto como el prestidigitador que exhibía este famoso aparato tuvo noticias de que estaba descubierto su secreto, se tomó más que aprisa las de Villadiego, embarcándose para La Coruña en la tarde de ayer".

Eso leemos en el diario "El Norte de Asturias" del 20 de abril de 1868, el raciocinio de Justo del Castillo ante las supercherías de un timador, la razón frente a la superchería. Justo del Castillo explicó en su conferencia el razonamiento del truco y preparó un modelo explicativo, para desterrar la ignorancia. De todas maneras enseguida el truco llegó a los teatros, de Gijón también, y gran parte de los espectadores asumían que la cosa era una engañifa clásica de las varietés.

De alguna manera podemos considerar como cabeza parlante, como un autómata, al célebre Papamoscas que originario del siglo XVI podemos ver en la catedral de Burgos abriendo la boca cada cierto tiempo, y hay noticias de otras cabezas parlantes. Por ejemplo, en la iglesia de Tábara (Zamora) donde una cabeza ahuyentaba tormentas y avisaba si venían judíos con el grito de "Judaeus Adest" ("Hay un judío en el lugar").

En la primera página del diario gijonés "La Prensa", del 5 de agosto de 1923, leemos algo bien curioso sobre una cabeza parlante. Resulta que un gijonés, marinero de nombre Antolín, viajó a Barcelona y acudió a la feria donde se exhibían cosas sorprendentes como enanos y gigantes, hombres forzudos, animales monstruosos? El tal Antolín entró en un barracón donde se exhibía una cabeza parlante y el muchacho gijonés sin poder contenerse, y al ver la boca de la cabeza parlante tan abierta como un buzón, lanzó contra ella un escupitajo. "¡Ahí va esa carta, pa La Habana!", dijo, y ahí se armó la de Troya.

La figura de Justo del Castillo y Quintana (entre otras cosas profesor, inventor, concejal republicano y masón) sigue presente en Gijón porque desde el año 1998 una avenida en la zona del campus universitario lleva su nombre. Su hija, la pintora Carolina del Castillo, también da nombre a una calle en El Llano desde años antes, desde 1990.

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