La etapa que había abierto Luis Adaro Ruiz-Falcó en el 1965 con la recuperación de la Feria de Muestras de Asturias tuvo un punto y aparte tras la elección de Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos como presidente del Gobierno del Principado, al no presidir ningún ministro el acto de inauguración oficial en el año 1983, lo que se consideraba fundamental para promocionarla con la presencia gubernamental. De esta manera, Pedro de Silva quiso potenciar la importancia institucional de la Presidencia del Principado de Asturias. Lo que no todos entendieron, claro, ya que, curándose en salud protocolaria, el presidente del Consejo General de la Feria de Muestras de Asturias, Claudio Fernández Junquera, advirtió que había cursado anteriormente invitaciones a los ministros Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Julián Campo y Enrique Barón, a fin de que no hubiese ninguna duda de que la organización no tenía reparo alguno con el nuevo Gobierno del PSOE, sin que hubiese respuesta de confirmación de asistencia. No obstante, oficialmente se interpretó como un "símbolo de la afirmación asturiana y asturianista de la feria", en una edición en la que también hubo una importante renovación de stands y pabellones.
En su discurso de inauguración oficial, el presidente del Principado -que protocolariamente tiene más rango, como primera autoridad de la comunidad autónoma, que cualquier ministro del Gobierno- hizo una llamada a la solidaridad para construir con la ayuda de todos el futuro de Asturias, con un gran esfuerzo de voluntad y al tiempo un alejamiento de los voluntarismos, aunque se advirtieron diferentes criterios ideológicos con la anterior exposición que había hecho Claudio Fernández Junquera. Entre las sensatas reflexiones hechas se destacó la creación del Instituto de Fomento Regional, a fin que la Universidad, a través de su Consejo Social, los empresarios y los trabajadores definiesen la oferta profesional docente óptima, al objeto de afrontar la necesaria optimización para superar las dificultades que había para lograr una innovación total en la decadente industria asturiana, situación a la que se había llegado tras la confrontación y la falta de comunicación. Las espadas estaban en alto, y en unos meses los dos trenes -Principado y Feria- estuvieron a punto de colisionar.
Tras declarar inaugurada -en nombre del Rey de España- la XXVII Edición de la Feria Nacional de Muestras de Asturias, la comitiva oficial visitó algunos pabellones, deteniéndose especialmente en el de la Junta del Puerto, cuyo presidente era el europeísta Mariano Abad, al entender que El Musel iba a ser fundamental para promover el desarrollo industrial de Asturias. Ya lo había advertido el ministro de Obras Públicas, Julián Campo Sainz de Rozas -quien desde la campa de Torres contempló las instalaciones del puerto de El Musel y de la central térmica de Aboño-, al lanzar la idea de que, huyendo de los localismos, se plantease la necesaria coordinación en la gestión de los puertos de Gijón y Avilés. Un puerto con dos bocas era la idea.
Renovación en el pabellón municipal. El Ayuntamiento exhibió el "Retablo del Mar" de Sebastián Miranda y las escayolas originales de la obra, que había sido destruida durante la Guerra Civil. El nuevo pabellón municipal fue presentado a los medios de comunicación por el presidente de la Comisión de Cultura, Deportes y Festejos, José Luis Ortiz Hornazábal. Años atrás, la organización de la Feria de Muestras hacía el "Día de la Prensa", antes de su inauguración oficial, para informar sobre las novedades y luego invitar a una comida a los representantes de los medios de comunicación asturianos. Habitualmente, el delegado de Información y Turismo, el granadino Francisco Serrano Castilla, hablaba en nombre de los periodistas, hasta que -sabido es que vale más ponerse una vez colorado que cien amarillo- el presidente de la Asociación de la Prensa de Gijón -quien firma esta crónica- se lo impidió alegando que los periodistas teníamos nuestra propia voz y él no nos representaba profesionalmente. Más claro, agua.
Relevo generacional en el Club de Regatas. Nueve años después de su elección, José García-Bernardo y de la Sala supo retirarse a tiempo tras desarrollar una labor extraordinaria superando las grandes dificultades económicas con el saneamiento de las cuentas -sin derramas, ni cuotas extraordinarias-, lo que posibilitó la construcción de un pabellón en el puerto deportivo para desarrollar las actividades náuticas y la gran galería comedor con frentes al mar que, a partir de entonces, se iba a convertir en uno de los miradores gastronómicos más atractivos para contemplar la bahía de Gijón. A José García-Bernardo, con el orgullo de la labor cumplida, le sustituyó Rafael Arias de Velasco y Villa, con una directiva que dio nuevos aires y de la que formaba parte el arquitecto Diego Cabezudo, quien con su minuciosidad habitual realizó un levantamiento de planos de todas las instalaciones, con lo que se pudo acabar con la intranquilidad de no tener perfectamente deslindado el perímetro de los terrenos de Santa Catalina.
Ante este auténtico relevo generacional, el nuevo presidente quiso reunir en un cálido homenaje a todos los presidentes que le habían antecedido en el cargo y que seguían vivos: Secundino Felgueroso, Alberto Figaredo, Luis Cueto-Felgueroso y José García-Bernardo.
Un marco histórico para una época de cambios. Los cambios afloraban por todas partes en nuestros escenarios existenciales. El Ayuntamiento suprimió entonces la Oficina Municipal de Turismo, que se encontraba en los bajos del Antiguo Instituto -al transferir las competencias a la Administración autonómica-, y trasladó la Oficina Municipal de Tráfico a la calle de Manuel Llaneza, comprando un ordenador a la única oferta, presentada por la empresa Sainco -con el beneplácito del alcalde en funciones, José Luis Ortiz-, por ocho millones de pesetas, lo que motivó el temor de que esa empresa monopolizase todas las inversiones municipales en la red semafórica. Los análisis efectuados tras la cloración en el río Piles demostraron que ya no había colibacilos -bacterias de las aguas fecales- en la desembocadura del río Piles, gracias al control de los vertidos ilegales de alcantarillados particulares, por lo que podíamos presumir de tener unos índices similares a las de las playas del Mediterráneo. No obstante, el concejal de UCD Juan Campos Ansó propuso que se rescatase de la hibernación un viejo proyecto del ingeniero José Luis Díaz Caneja -gerente de la Empresa Municipal de Aguas-, que había propuesta en su día una canalización especial del río hasta la altura de Bellavista. Javier Corominas, jefe provincial de Tráfico en Baleares, ganaría el primer premio de novela "Café Gijón". El Ayuntamiento procedió a la clausura del TIK -cuya famosa carpa, ubicada en terrenos del "Ideal Rosales" donde José Luis Garci había rodado escenas de su película "Volver a empezar", revolucionó el ambiente de la noche gijonesa- por superar los sesenta y dos decibelios. A la Cadena SER se le otorgó la licencia de acondicionamiento del primer piso del número de la calle de Jovellanos para poner en marcha una nueva emisora, Radio Minuto, que dirigiría Javier Asenjo.
También eran tiempos de emotivas despedidas por óbitos de históricos gijoneses: el gran torero Bernardo Casielles Puerta (Gijón, 1894-Madrid, 1983), quien había tomado la alternativa en la plaza de Buenavista y que compartió carteles con Joselito, Belmonte, Gaona y Sánchez-Mejías, y Secundino Felgueroso Fernández-Nespral, emprendedor empresario en los sectores de la minería y de la siderurgia -cuyos horizontes no estaban ya entonces nada claros-, quien también fue presidente del Club de Regatas, del Sporting y de la Junta del Puerto.
Todo un marco para una nueva etapa histórica que se iniciaba en nuestro entorno.
