La noticia de la supuesta relación que durante varios meses habrían mantenido una profesora de Primaria, de 34 años, del colegio católico-concertado San Miguel -ubicado en el barrio gijonés de Pumarín y dependiente del Arzobispado de Oviedo- con uno de los alumnos, menor de edad, cayó como una bomba en el centro educativo, con amplia reputación en el ámbito académico, en el que ayer no se hablaba de otra cosa. Fue el principal tema de conversación a la puerta del colegio, tanto a la entrada como a la salida de los alumnos de sus clases. Y todo ello pese a que algunos miembros de la comunidad educativa confirmaron a este medio que durante tiempo "se sabían y se veían cosas" relacionadas con los implicados, especialmente la investigada, que mantenía "cierta actitud de tonteo" con alumnos de Secundaria.

Mientras el colegio intenta esclarecer lo ocurrido y volver a la normalidad -el joven retomó sus clases esta semana-, ayer se iniciaban las investigaciones policiales, una vez tuvieron conocimiento de los hechos. Lo primero fue entrevistarse con la dirección del centro educativo por un lado, y también con el alumno, de 15 años y estudiante de cuarto de la ESO. En su caso fue en presencia de sus padres, que han declinado presentar denuncia contra la profesora cuestionada. Por el momento, los agentes de la Unidad de Familia Mujer (Ufam) descartan que el vínculo existente entre ambos implicados, y del que tenían conocimiento varias personas, constituya un delito penal por el que culpar a la profesora, que ayer declinó ofrecer su versión de los hechos a este medio de comunicación. No obstante, que el hecho no sea susceptible de un delito penal, al no haber existido relación sexual entre ellos, es distinto a que desde algún punto de vista pueda considerarse "inapropiada" la conducta de la profesora, según manifiestan fuentes policiales.

Los agentes continuarán realizando las diligencias oportunas y trasladarán su informe a la Fiscalía, que será quien deba decidir si actúa de oficio o no ante el Juzgado una vez reciba el informe correspondiente elaborado por la Ufam. Paralelamente, el equipo directivo del colegio San Miguel, que cuenta con el apoyo de la asociación de padres y madres, mantiene sus averiguaciones al respecto para esclarecer los rumores que les llegaron el pasado jueves, 17 de mayo, y tras los cuales activaron los protocolos pertinentes, apartando a la implicada de la docencia de forma cautelar, a pesar de que en todo momento defendió su inocencia y que todo obedecía a un enamoramiento del adolescente hacia ella. Una versión distinta a la defendida al principio por el menor, según explicaron desde el propio centro.

Fuentes consultadas por este medio aseguraron que se veía al joven, con frecuencia, en la zona de Primaria -donde ella daba clase- y que solicitaba ausentarse del aula. "Cosas raras", que han terminado por encajar a muchos.

Por su parte, desde el Arzobispado de Oviedo -de quien depende el colegio gijonés de Pumarín- optan por mantener prudencia hasta resolver este problema y confían en que el buen hacer de la directiva del San Miguel, que encabeza Miguel Ángel Campos, permita volver a la normalidad a toda la comunidad educativa. Ayer, por ejemplo, muchos eran los padres y madres que hablaban, todavía impactados, de la noticia. "Apoyamos al centro porque está actuando en todo momento como debe hacerse", aseguran. Además ensalza que una vez se tuvo constancia de los hechos se "actuó muy rápido, activando los protocolos preceptivos". El propio Miguel Ángel Campos recordó por su parte que ya en otros episodios difíciles que tuvo que afrontar el colegio se hizo así porque "esa es nuestra obligación". Campos también reconoció que "no es un asunto agradable ni que beneficia a nadie" aunque sabe que "los padres y la gente que nos conoce sabe cómo funcionamos".