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YOLANDA ÁLVAREZ | Periodista, excorresponsal de TVE en Oriente Medio

"Mis crónicas de la Franja de Gaza han molestado tanto a Israel como a Hamas"

"He visto cómo la situación palestina empeoraba año tras año: ningún grifo da agua potable, mientras que a un kilómetro los israelíes sí la tienen"

Yolanda Álvarez, ayer, en el puerto deportivo gijonés. JUAN PLAZA

La premiada periodista Yolanda Álvarez (Burjassot, 1974) ha sido corresponsal de TVE en Oriente Medio hasta 2015. Todo indica que las presiones israelíes forzaron su salida profesional de la Franja de Gaza, el ojo del huracán del conflicto más duradero del planeta. Ahora es redactora de "En Portada". Junto a Ángela Vallina, eurodiputada asturiana de IU, estuvo ayer en Gijón para explicar, desde su experiencia, las claves del enfrentamiento.

-El alto el fuego entre palestinos e israelíes es siempre efímero. ¿Tiene alguna confianza en que pueda a llegar a sostenerse en el tiempo?

-Hasta que se alcance una solución negociada y política del conflicto, será difícil que la Franja de Gaza pueda vivir en paz. Hay una ocupación militar desde hace cincuenta años. Aunque Israel se retiró en 2005, sigue manteniendo el control de todo el territorio por tierra, mar y aire. La población lleva once años sitiada. La ONU ha calculado que la Franja será inhabitable en 2020, pero los que conocemos la situación pensamos que ya lo es.

-¿En qué sentido?

-Tiene el nivel de paro más alto del mundo: más del 60 por ciento entre los jóvenes y del 90 entre las mujeres jóvenes. Eso significa que es una población sin futuro y sin esperanza. Ven que su vida diaria empeora; desde la última guerra, en 2004, no se han recuperado económicamente. El bloqueo los asfixia y ni pueden comerciar libremente con Cisjordania. No hay libertad de movimiento. Estamos ante una emergencia humanitaria provocada por un conflicto, no por una catástrofe natural.

-El balance de las marchas del derecho al retorno es el de una guerra: cien muertos palestinos, cientos de heridos...

-Cubrí las dos últimas ofensivas israelíes en la Franja, las de 2012 y 2014, y había días en los que no morían tantos palestinos. Es una población desesperada. La comunidad internacional debería intervenir.

-¿No se hace lo suficiente?

-Igual que la ONU aprobó con una resolución las creación del Estado de Israel, y ahí empezó el conflicto, la ONU debería favorecer una solución política del conflicto. Las dos partes no están en situación de igualdad: Israel tiene un ejército y como aliado a Estados Unidos, que tiene derecho de veto en la ONU. Y a los palestinos no se les permite ni tener un estado en condiciones. Es una sociedad de dos millones de personas atrapadas en un territorio que es la mitad de Menorca. Hay muchísima frustración. Los musulmanes tienen prohibido el suicidio, pero en Gaza ha aumentado. Es resultado de la desesperación: gente que vive con tres o cuatro horas de electricidad al día. El tejido industrial está dañado por los israelíes, que han atacado infraestructuras civiles, incluidos depósitos de agua.

-¿La llegada de Netanyahu ha añadido crispación?

-El Israel, la derecha y la izquierda se evalúan por la voluntad de dialogar sobre la existencia de un Estado palestino o por el Gran Israel que defienden los colonos. El Gobierno de Netayahu es poco proclive a que haya negociación y se ha aliado, además, con la ultraderecha, los ultraortodoxos y los grupos que representan a los colonos. Es el Gobierno más radicalizado de la historia de Israel. Resulta difícil imaginarse, en este momento y con esos mimbres, una solución pacífica.

-¿Qué ha supuesto la decisión de Trump de llevar la Embajada americana a Jerusalén?

-Es unilateral. Se ha dicho siempre que para mantener el statu quo, el de los lugares religiosos, no había que romper ciertos consensos. Trump lo ha hecho. Uno de esos consensos internacionales es que las embajadas tenían que estar en Tel Aviv. Aunque Israel se anexionó Jerusalén Este y actúa de facto como si toda la ciudad fuera suya, la comunidad internacional opina que hay ocupación. A partir de ahora, resulta muy difícil creer en la mediación de Estados Unidos

-¿El tándem Netanyahu-Trump ha incendiado aún más la zona?

-Sí, porque habrá difícil solución para el polvorín de Oriente Medio con un pirómano. La actitud de Trump en Oriente Medio es la de un pirómano.

-¿Cuál es la responsabilidad de Irán en ese polvorín?

-La primera visita presidencial de Trump fue a Arabia Saudí. Oriente Medio es la zona más caliente del planeta y se la disputan Arabia Saudí e Irán. Estados Unidos es un aliado de los primeros, que reclaman a Trump apoyo y el aislamiento de Irán. Por eso se sale del pacto nuclear que había firmado Obama. Tanto Arabia Saudí como Irán buscan ser la potencia dominante en la zona. A Israel le viene bien.

-Se habla poco de la situación de los cristianos de Oriente Medio. ¿Se les persigue?

-Depende de la zona; no es bueno generalizar. En Palestina hay muchos cristianos y son casi élite económica. En Líbano tampoco hay problema de discriminación. El DAES es quien se ha cebado con los cristianos y con otras minorías, como los yazidíes, pero todavía mucho más con los propios musulmanes.

-¿Qué utilidad tienen iniciativas como la de la Flotilla de la Libertad?

-Toda iniciativa pacífica, del entorno civil y respetable, debería ser bienvenida. Intentan llamar la atención sobre un conflicto no resuelto y en el que hay una situación de emergencia, caso de la Franja de Gaza. Ahora bien, ¿sirve de algo? Lo dudo, al igual que dudan los propios palestinos. Son iniciativas que tienen el valor de señalar el problema y su agravamiento. He visto como la situación de los palestinos en Gaza ha empeorado de año en año: ningún grifo da agua potable, mientras que a uno o dos kilómetros, en población israelíes del desierto, tienen agua. Hay problemas de salud, de contaminación, crecen los casos de cáncer, las enfermedades respiratorias y dermatológicas... El bloqueo los asfixia. Hay una situación de emergencia humanitaria causada por la mano humana. Hamas tampoco está gestionando bien lo que sucede allí y no beneficia la división entre las facciones palestinas. El factor de mayor peso en esa situación es, sin duda, el bloqueo.

-¿Por qué TVE la apartó de la corresponsalía en Oriente Medio?

-En todo conflicto la primera víctima es la verdad, y en el de Oriente Medio hay un intento por controlar lo que sale de allí. Cuando el Gobierno israelí dice que no ataca a la población civil y que sólo mata terroristas, en nuestras crónicas demostramos que arrasan barrios enteros; que mata con artillería a cientos de civiles; que se bombardean hospitales, ambulancias y se asesina a personal sanitario; cuando sacamos escuelas de la ONU bombardeadas, pese a la Convención de Ginebra, y se demuestra tras una investigación de la ONU que no fue Hamas... Cuando mostramos todo eso con imágenes y testimonios, la verdad se convierte en algo demasiado incómodo. Entonces se hace presión diplomática. Dicen que no se hacen responsables de tu seguridad en la Franja, lo que asumimos.

-Desde Israel se llegó a afirmar que usted estaba al servicio de Hamas...

-Pero después de que salí de la Franja. Primero, mis jefes me dicen que tengo que salir por seguridad. Les digo que es más insegura la salida. Los directores de los medios suelen dejar la decisión a la persona que trabaja sobre el terreno, que es quien puede valorar. El Gobierno español llama a los medios para advertir de esa inseguridad, lo que no ocurre con otros medios extranjeros. Entiendo que exista esa preocupación, pero creo que es una decisión que debe tomar el periodista. A mí no se me dejó decidir y me pidieron que dejara la Franja. Al día siguiente fue cuando la portavoz de la Embajada israelí en España publica, en Facebook, que yo hago activismo para Hamas. Y cuestiona mis crónicas, pese a que he recibido por mi trabajo tres premios de entidades independientes. Intentan difamarme para que mi labor tenga menos credibilidad. Después he vuelto a entrar en la Franja hasta en dos ocasiones. Cuando se acaba mi contrato, la dirección de TVE decide traerme a casa.

-¿Esa experiencia la ha llevado a simpatizar más con la causa palestina?

-Nunca me he considerado propalestina o proisraelí, tampoco antipalestina o antiisraelí. He defendido siempre el periodismo riguroso y honesto. He hecho reportajes que también han molestado a Hamas. Mis crónicas han sido incómodas para los dos lados, sólo que unos tienen más medios para controlar.

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