Bandera verde en San Lorenzo, pero ayer muy pocos se atrevieron a darse un chapuzón. Entre los usuarios de la playa hubo temor a que el agua siguiese contaminada tras el vertido del viernes, el tercero que se produce en menos de quince días. "Nos da repelús", afirmaron los bañistas, muchos de ellos habituales, que exigieron al gobierno local medidas urgentes contra las manchas contaminantes. Todos los encuestados por este periódico opinan que la imagen turística de la ciudad está dañada y advierten de que, si el "olor a cloaca" se repite en pleno verano, "esto será un caos total". Ayer el equipo de Carmen Moriyón reabrió el arenal al baño después de prohibirlo, por primera vez en la historia, durante dos días seguidos ante la presencia de bacterias fecales.

Pese a las 48 horas transcurridas desde el vertido, los usuarios desconfiaron del estado del agua. La primera gran mancha, la que tuvo lugar el sábado 26 de mayo, dejó una veintena de intoxicados. Los altos niveles de esterococos intestinales y eschericia coli (e-coli) provocaron dolencias gastrointestinales e irritación en ojos y piel, ya que en esa ocasión Salvamento no prohibió el baño. Ayer, por precaución, hubo quien no se metió en el agua o redujo el tiempo a remojo.

"De hora y pico que me suelo bañar siempre, hoy (por ayer) sólo estuve cinco minutos. Me da repelús", confiesa Amalia González, que se pega chapuzones durante todo el año. "Justo ahora que es cuando más disfrutas, pasa esto... ¿Y si vengo a las 8 de la mañana, quién me va a decir a mí que el agua está bien o mal?", se pregunta esta gijonesa, con la lógica preocupación de que puedan producirse más vertidos. De hecho, algunos usuarios aseguran que las manchas marrones no son nuevas en el principal arenal de la ciudad. "El problema no es de ahora y pasaron todos los políticos de ello. Tengo vistas cosas muy desagradables, trozos de caca por ejemplo", apunta otra bañista habitual, que prefiere mantenerse en el anonimato.

Y mientras unos acortan el baño, otros ni si quiera se atreven a mojarse por encima de las rodillas. Fue el caso de Julio Gavilán: "Quería bañarme, pero como dicen que estuvo contaminada no me atreví". El madrileño Pablo Gómez tampoco se fía mucho de la calidad del agua en San Lorenzo y ayer no dejó acercarse al mar a su hijo Pablo, de 6 años. "Al niño no lo dejo, y yo, de meterme, aquí en la orilla". Por "aquí" se refiere a las inmediaciones de la Escalerona, alejada de la zona más contaminada: el Piles.

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