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Kammamuri, Onofroff, Fassman y otros magos en teatros gijoneses

Faquires exóticos caminaron sobre brasas, cortaron trozos de hierro con los dientes, tragaron sables y bolas de billar y se enterraron vivos en Gijón

Una caricatura del faquir Kammamuri.

Muchos de los míticos gijoneses lo fueron en la misma calle, ese era su escenario. Si dejamos la calle, con su espectáculo, para pasar a los locales cerrados, hay que recordar que el primer teatro que tuvo la ciudad fue el Jovellanos. Inaugurado en febrero del año 1853 y derribado en 1935, el teatro Jovellanos estuvo en el espacio más tarde ocupado por la sucursal del Banco de España y hoy por la Biblioteca Pública Jovellanos. Al comenzar el último cuarto del siglo XIX, en el verano de 1876, aparece el Teatro-Circo Obdulia que más tarde fue conocido como Campos Elíseos, y luego vinieron otros escenarios como el Dindurra, en ese caso a partir de 1899.

Vamos con algunos artistas extraños ¿Quién era el derviche Kammamuri? Estuvo actuando en Gijón en abril de 1933 para pocos meses después visitar Oviedo. En la capital se enterró en una tumba para resistir durante días y días. No contó con las filtraciones de agua y el consejo del doctor Ramos que vigilaba el experimento fue sacarlo a la luz, como así fue, porque corría peligro su vida. Lo curioso es lo que nos relata la prensa tras la exhumación: "Kammamuri, en un estado lamentable, fue instalado en una camilla y hoy permanecerá todo el día en uno de los escaparates de las Exposiciones Al Pelayo, como el artículo más exótico de cuantos allí se exponen, al objeto de que el público de Oviedo pueda juzgar el peligro que ha supuesto la prueba e incluso el estado de humedad en que se encuentra el derviche y su féretro".

Como decimos el faquir Kammamuri visitó Gijón en abril de 1933 y lo hizo para actuar en el Cinema Asturias, en El Natahoyo, el local que luego fue Cine Natahoyo, y en el Cine Goya al final del paseo de Begoña también actuó. Decía la publicidad que el mago era "un hombre enigma, descendiente de la tribu india de los yaquis" y que presentaba su célebre guillotina. Este Kammamuri era portugués y el nombre artístico lo había tomado de un personaje de escritor Emilio Salgari. En Gijón no se enterró sino que hizo otras cosas habituales en él: caminar sobre brasas, tragar sables "con dirección al cerebro", cortar con los dientes trozos de hierro?

A Gijón venía precedido de la fama que había conseguido al enterrarse anteriormente en varias ciudades de España; además en el Circo Price, de Madrid, había permanecido unas horas crucificado y en Zaragoza había estado enterrado en un ataúd, y a dos metros de profundidad, durante nueve días.

No fue el único raro que nos visitó. Mucho antes que Kammamuri, en septiembre de 1910, se presentó anunciado como "un fenómeno humano" un faquir llamado Míster Rovenqui que tragaba sables y bolas de billar. Actuó en un cine ambulante que se instalaba en el paseo de Begoña y que se llamaba Real Cine Sanchís. Este Mister Rovenqui era famoso por un "experimento científico" del que desconocemos en qué consistía exactamente; la prensa decía que sólo hacía tres funciones en la ciudad porque tenía muchos compromisos en el extranjero. "El Hombre Avestruz" se llamaba el experimento, y hay que decir que el dueño de la barraca-cine donde actuó Rovenqui era un valenciano llamado Antonio Sanchís, que había antepuesto a su negocio el calificativo de "Real" porque el rey Alfonso XIII había visitado (decía él) su barracón para cine unos veranos antes, en San Sebastián. Sobre el faquir Rovenqui nos informa "El Noroeste" de los días 5 de septiembre de 1910 y siguientes.

Otro hombre que ejecutaba retos físicos y mentales -desde luego actuaron muchos en la ciudad- fue el faquir Campoy que se anunciaba como "El hombre que ha resucitado 437 veces" y que, efectivamente, en su espectáculo permanecía enterrado vivo durante cuarenta minutos. Campoy actuó en el Parque de Atracciones de Gijón -en el Parque Continental al lado del cine Los Campos Elíseos- donde "resucitó" tras ese tiempo en un día de julio de 1932. Unos días antes Campoy se había enterrado en la arena de la playa de San Lorenzo, a un metro de profundidad y dentro de un ataúd, pero allí permaneció sólo veinte minutos "en estado de catalepsia". Nos lo cuenta "La Prensa" del 28 de julio de 1932.

Un conocido hipnotizador y adivinador del pensamiento fue Enrico Onofroff que actuó en Gijón al menos en dos ocasiones, en el año 1915 y en el año 1925. Contaba Onofroff con múltiples imitadores como el Profesor Agustí que incluso se hacía llamar El Onofroff Español, y que en Gijón llegó a actuar, paradójicamente, antes de 1915, antes incluso que el verdadero Onofroff.

El genuino Onofroff, "el experimentador científico más extraordinario del mundo", haciendo honor al misterio obligado, no desvelaba su nacionalidad y, aunque la prensa comentaba que Polonia era su país, él en una entrevista concedida a "El Noroeste" aumentaba la confusión diciendo que era médico y había nacido "cerca del Vaticano, donde mi padre ejercía un cargo de importancia". Pero lo seguro es que recorrió muchos teatros de Europa y de América con su espectáculo de hipnotismo, catalepsia y telepatía.

Refiriéndonos a su actuación del año 1925 los elogios en la prensa gijonesa eran, verdaderamente, desmedidos: "Muchos han sido los que se dedican al género del hipnotismo y que han desfilado por los escenarios de Gijón ofreciéndonos sus experimentos, pero de todos ellos ninguno ha dejado una impresión tan sugestiva como Onofroff a quien no habíamos vuelto a ver desde hacía diez años. Ayer, en el Dindurra, el numeroso público que acudió a la presentación le aplaudió largamente al terminar todos sus experimentos". Fue "el fascinador Onofroff" el responsable de introducir la hipnosis y la catalepsia en lugares como los teatros, fuera ya de las mugrientas barracas. Lo acompañaba la señorita Inaudit en sus ejercicios de sonambulismo y mnemotecnia.

Años antes de su primera actuación en Gijón un Enrico Onofroff de apenas 30 años había actuado en Oviedo, provocando un escándalo notable. Resumimos. Estamos en mayo de 1893 en un teatro Campoamor que se había inaugurado un año antes y el "ilusionista y magnetizador" Onofroff hipnotiza en el escenario ovetense a "unas decentes señoras asistentes que, sugestionadas por el mago, entonaron coplas inmorales y realizaron gestos sicalípticos". El caso es que a Onofroff lo abofetearon, se refugió en el camerino durante horas "para evitar desgracias porque este hipnotizador nos ha tomado por beduinos", y marchó de Oviedo como pudo. Informaron de ello "El Comercio" y "La Opinión de Asturias".

En septiembre de 1942 causó impacto en el teatro Robledo Fassman "la ciencia hecha carne, dos cerebros en uno", y en julio de 1945 Fassman se presentó en los Campos Elíseos, "Fassman es un antena humana, capta las ideas que circulan de cerebro a cerebro, un verdadero telépata". Este Fassman "el asombro del siglo, el radar humano", era José Mir Rocafort, leridano, fallecido en 1991. Recientemente, en el año 2015, el actor Juanjo Puigcorbé protagonizó la película "Fassman, el increíble hombre radar".

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