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Gijón entrega sus honores a quienes son "orgullo, referencia y modelo" para la ciudad

El Centro de Educación de Personas Adultas, "Quiquilimón", la Fundación Alpe y Felisa Soria reciben hoy en el Jovellanos las medallas de Gijón

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En imágenes: Gijón entrega sus honores y distinciones por el día de San Pedro JUAN PLAZA

Sus nombres ya están en el libro de honores de Gijón. Sobre las tablas del teatro Jovellanos, y en el día de San Pedro, se acaban de entregar las medallas de la ciudad a, en su categoría de oro, el Centro de Educación de Personas Adultas, y en la de planta, la compañía de teatro «Quiquilimón», la Fundación Alpe Acondroplasia y la trabajadora municipal Felisa Soria

El Centro de Educación de Personas Adultas incorpora esta medalla de oro a los regalos de su cuarenta cumpleaños. Empezaron en el curso 82-83 en un pequeño edificio del bloque de casas de Juliana Constructora, en La Calzada, para tener ahora sede central en la calle Jove y Hevia, otra complementaria en Margarita Xirgu y haberse expandido a los concejos vecinos de Candás y Villaviciosa. Cada curso tres mil alumnos, la mayoría mujeres, buscan en el CEPA los conocimientos que les ayuden a mejorar su nivel académico.

El Ayuntamiento les reconoce con esta medalla ser «instrumento fundamental para la formación de las personas de cualquier edad y situación social» y un trabajo que tiene mucho que ver con la lucha contra la exclusión social y favorecer la igualdad de oportunidades para acceder al mundo laboral.

Luchar por esa igualdad de oportunidades, en este caso concreto de hombres y mujeres, está en el ADN personal y laboral de Felisa Soria que recibe la medalla de plata de Gijón a pocos meses de jubilares como trabajadora de un ayuntamiento al que llegó en 1983 para dar un curso de educación sexual en la recién fundada Universidad Popular. Diez años después era la coordinadora de programas. En 2007 asumió la dirección de la Oficina de Políticas de Igualdad, puesto que ocupó durante 14 años.

 «Quiquilimón» fue colectivo de animación de calle antes de ser una empresa, pero en sus 42 años de vida, recién terminada, siempre ha sido la demostración de la pasión de Rosa Garnacho y Chus Casado por el teatro. Más de cuarenta producciones estrenadas, todas ellas dirigidas a la infancia y la juventud, la organización de desfiles de Antroxu en muchos municipios asturianos, especialmente en el Gijón que ahora les concede una medalla de plata, y una sala con su mismo nombre en la calle Pedro Duro, que durante dos décadas fue referente de la vida cultural de la ciudad son solo algunas de las razones para llevarse este premio en su despedida. Entre otras muchas cosas se les reconoce «su esfuerzo en la defensa y promoción de las artes escénicas» y «su contribución a revitalizar la tradición del Antroxu Gijón» sin olvidar «su entusiasmo y tesón personal y profesional».

Más de dos décadas, en concreto 22 años, lleva trabajando la Fundación Alpe Acondroplasia desde Gijón para el mundo. Su medalla de plata les reconoce «haberse convertido en nuestro orgullo como ciudad integradora, amigable y solidaria» y haber hecho de Gijón «referencia mundial» a través de la organización de todo tipo de encuentros nacionales e internacional en torno a la realidad de la acondroplasia. El proyecto que dirige Carmen Alonso ya se vio reconocida con la Cruz de Oro de la Orden Civil de Solidaridad Social.

Discurso íntegro de la alcaldesa de Gijón, Ana González

En cualquier municipio o ciudad, el calendario anual está lleno de pequeños y grandes acontecimientos que hacen sentir a quienes la habitan que forman parte de ella, que tienen, tenemos, motivos para sentir alegría e incluso a menudo orgullo por vivir y convivir del modo en que convivimos y con quienes convivimos en ella. Desde una romería hasta una gran fiesta multitudinaria, desde una asamblea vecinal o una actividad cultural hasta una cita deportiva, desde el trabajo o los estudios, desde el homenaje a las personas mayores de cualquier barrio o parroquia hasta el homenaje a una persona o entidad por su aportación a la comunidad.

En Gijón, por fortuna, tenemos ocasión de compartir cada año muchos momentos así. Pero creo sinceramente que ninguno como el que estamos viviendo ahora. Ninguno como este, que repetimos cada 29 de junio, concentra de modo tan significativo y tan intenso todos esos sentimientos y emociones que son a la vez personales y colectivos.

Esta entrega anual de las Medallas de la Villa es la ceremonia en la que los gijoneses y gijonesas, por acuerdo de sus representantes municipales democráticamente elegidos, pone en escena con solemnidad, pero sobre todo con el afecto y la admiración más sinceros, el reconocimiento de aquellas personas y entidades que creemos que a su vez mejor representan esas conductas, actitudes, valores y aportaciones que queremos que nos definan y nos identifiquen como ciudad ante nosotros mismos.

Porque estas vecinas y vecinos nuestros también nos representan. Representan lo mejor de esta ciudad, lo mejor de cada una de las personas que vivimos y queremos a esta ciudad, en nuestra convivencia con los demás. Nuestro reconocimiento de hoy significa que les honramos y les rendimos homenaje, por supuesto; pero también que nos reconocemos y queremos reconocernos en ellas, en ellos. Lo más valioso de sus méritos no es solo el grado en el que han llegado a encarnar la solidaridad, la empatía, la capacidad de aportar al bien común, la entrega a sus trabajos y a sus ideas; lo más valioso es la perseverancia, la coherencia, el compromiso diario a lo largo de años y de décadas en un ejercicio cotidiano y sostenido de buena ciudadanía, de trabajo bien hecho que, por bien hecho, se desborda en beneficio de todas y todos, conforme a valores que nos orientan y que defendemos como cimiento y como cemento en la construcción de una ciudad mejor.

Hemos vivido momentos muy duros, tenemos plena consciencia de ellos, y seguimos viviendo momentos de gran incertidumbre, tanto en nuestra vida diaria y personal, como en la colectiva, como ciudad. Momentos complejos y difíciles que, siguiendo el ejemplo de los premiados y premiadas de esta tarde, podremos superar uniendo nuestros esfuerzos para un proyecto común: Gijón. Gijón como  un lugar bueno para vivir, un espacio de convivencia para encontrarnos las personas, donde éstas sean, seamos, lo realmente importante. Con nuestras diferencias y semejanzas, hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes y mayores, quienes hayan nacido aquí y quienes hayamos nacido en otros muchos lugares, para vivir compartiendo nuestros esfuerzos para que nuestra ciudad sea un lugar de acogida, en el que se valore lo que hace todo el mundo, incluso quienes piensen diferente, sin insultos, sin mentiras.

Por eso, estas Medallas, este reconocimiento, quiere simbolizar en un solo gesto de gratitud la que llevan muchos años recibiendo día a día, en pequeñas o grandes dosis; el mayor reconocimiento posible, el que sin duda más les importa y les gratifica: el de sus alumnos y alumnas a quienes han formado, el de las mujeres o las asociaciones con las que ha trabajado y por las que ha luchado, el del público al que  ha transmitido el entusiasmo y la magia de la cultura escénica, el de las personas y las familias con las que ha demostrado que conjuntamente se logran muchas metas, crece la idea de familia y se crea un mundo mejor.

No hay mejores medallas que esas, pero esta que hoy habéis recibido, queridas premiadas, queridos premiados, pretende añadir también la gratitud y la admiración de quienes, sin ser beneficiarios directos de vuestros empeños, también nos beneficiamos de él. Porque una ciudad  más igualitaria, más inclusiva, más culta, más formada es una ciudad mejor para todas y todos sin excepción.

Invitaba al final del Pleno de Honores en que se concedieron estas Medallas a pensar en ellas no tomadas de una en una, sino en su conjunto,  porque creo que todos sus valores están interconectados y porque juntas dibujan una constelación que orienta la ciudad que ya somos hacia la ciudad que queremos ser aún más. Una ciudad de personas y para las personas en la que la justicia y la igualdad de derechos es el suelo y también el horizonte: igualdad entre mujeres y hombres; igualdad de todas y todos en el acceso a la formación, a la cultura, al empleo, al bienestar y la calidad de vida; una ciudad que no ladea ni excluye a ninguno de sus vecinas y vecinos, que incluye, que suma. Una ciudad donde los propios ciudadanos y ciudadanas se implican a través de su actividad diaria, de sus empresas y  de las entidades cívicas en las que participan en esa tarea común. Una ciudad que puede tener el orgullo de sentirse, cada vez más, una referencia y un modelo gracias, precisamente, a ciudadanas, ciudadanos, instituciones y entidades como las que hoy honramos.

Por eso concluyo también como lo hice el pasado año. Sinceramente, creo que no hay otro modo de hacerlo. Es legítimo y justo que hoy ellas y ellos sientan un enorme orgullo al sentirse reconocidos. Las Medallas y los méritos son vuestros, pero los premiados somos todos, somos todas porque sois un premio para Gijón.

En nombre de esta Corporación, de Gijón, de las gijonesas y gijoneses, de toda esta ciudad y de todo este concejo, de nuevo, gracias.

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