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San Pedro se abarrota para volver a bendecir sus aguas: "La laicidad es arcaica y esotérica"

El párroco Gómez Cuesta cede el protagonismo a Fernando Llenín, de San José, por la nueva unidad pastoral: "Es la nueva evangelización"

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Fernando Llenín bendice las aguas junto al párroco Javier Gómez Cuesta. Juan Plaza

"La laicidad es una cosa arcaica y esotérica". Con estas palabras se explicó ayer el párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, minutos antes de una multitudinaria bendición de las aguas en el marco de la celebración del día del patrón en la ciudad y a la que no acudieron, como era previsto, ninguno de los representantes del gobierno local ni su alcaldesa, Ana González, cuyo equipo ultima un reglamento de laicidad que exima, entre otros asuntos, la presencia de cargos políticos en actos religiosos. Por primera vez, la misa por San Pedro la ofició ayer el sacerdote Fernando Llenín, párroco de San José, con Gómez Cuesta y el adscrito José Antonio Álvarez concelebrando en discreto segundo plano. ¿El motivo? La agrupación de parroquias en unidades pastorales que, en el caso de San Pedro, la fusionan con las de San José y la Basílica del Sagrado Corazón. "Desde hace décadas se nos pide hacer la misión en unidades pastorales, forma parte de la nueva evangelización", razonó Llenín.

Señaló el párroco durante su oficio esta nueva organización de la Iglesia pasa también por "la iniciación cristiana en adultos" que hasta ahora no se habían sentido atraídos por la fe cristiana, así como por la necesidad de “revitalizar la religiosidad popular”. “Debemos caminar con la sociedad actual, dialogar. No tengamos miedo a patear las calles; debemos ser la Iglesia que se arremanga para salir al encuentro con el otro sin juzgarlo ni discriminarlo. Debemos ejercer la caridad y la amistad ciudadana”, pidió el sacerdote, que reivindicó una "Iglesia cercana y abierta" y situar a las parroquias como "el principal espacio de la vida cristiana".

Al acto no acudieron representantes políticos de Podemos, Izquierda Unida ni el PSOE, pero sí estuvieron presentes Rubén Pérez Carcedo (Ciudadanos), Jesús Martínez Salvador (Foro), Ángela Pumariega (Partido Popular) y Eladio de la Concha (Vox) y edil no adscrito, Alberto López-Asenjo. "Estaban todos invitados, pero agradezco su presencia a quienes sí han venido. Esta fiesta busca manifestar la alegría y la cercanía por encima de las diferencias", señaló Gómez Cuesta, que agradeció también la presencia del teniente coronel de la Guardia Civil, Alberto Aguilera; el comisario de la Policía Nacional en Gijón, Dámaso Colunga, y Luis Vicente Márquez Montero, comandante naval de Gijón. "Con su ausencia la actual alcaldesa vuelve a demostrar su visión sectaria y excluyente del cargo que ostenta, parapetándose en un supuesto laicismo que pretende imponernos vía reglamento municipal", señaló ayer Pérez Carcedo.

Tras dos años de contexto de pandemia, muchos parroquianos no recordaban ya ver un Campo Valdés tan concurrido como ayer a mediodía. Decenas de feligreses se quedaron de pie en la iglesia, pese a que se repartieron varias sillas de plástico para ampliar el aforo de las bancadas, y muchos tuvieron que conformarse con ver la bendición desde lejos. Fue en el discurso previo a la bendición fue cuando Gómez Cuesta tildó de "arcaico" debatir ahora la laicidad en una ciudad cuya "gran fiesta fue siempre la de San Pedro". Señaló el religioso que estas costumbres "no son de nadie, porque son del pueblo", y como tal son "sagradas". "Las celebramos con orgullo, pese a que algunos traten de minusvalorarlas, porque el pueblo lo quiere", reivindicó. Comentó también el párroco la historia de Cimadevilla, "cuna del Gijón del alma que aún hoy seduce a viandantes y turistas" y que él definió como "la güelina de la ciudad", pero que actualmente "necesita un traje nuevo y no más remiendos". Destacó, en esta necesaria renovación, el papel de Tabacalera como futuro centro cultural y animó a "reivindicar su gastronomía" –sostuvo el párroco que no "pescadín más fresco" que el del barrio alto– y "adecuar mejor sus senderos".

Bendición a Orlegi

El sacerdote aprovechó también la ocasión para mencionar la compra del Sporting por parte del grupo mexicano Orlegi. "Ahora el equipo está en manos nuevas, San Pedro las bendiga", señaló, provocando la risa de buena parte de los presentes. El religioso, por último, recordó también la figura de Fernando Fueyo, capellán del Sporting recientemente fallecido: “Ha pasado de capellán a intercesor, le pedimos al Señor que suba, y ya no baje más nunca, a Primera División”. Un abarrotado Campo Valdés zanjó la celebración cantando a pleno pulmón, junto al coro de Cimadevilla, el "Gijón del alma".

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