Moscú

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, abandona hoy, miércoles, el Kremlin para convertirse en «super primer ministro» y líder del partido mayoritario en el Parlamento, plataforma inmejorable para preparar su regreso a la jefatura del Estado.

Putin, de 55 años, deja la Presidencia tras ocho años de gestión en los momentos de mayor popularidad, con cifras de aprobación del 70 por ciento aproximadamente, debido al precepto constitucional que impide el ejercicio de la jefatura del Estado por más de dos períodos consecutivos.

Considerado como el hombre que logró poner fin al caos de los años 90 que siguió a la desintegración de la Unión Soviética, relanzar la economía de Rusia y recuperar para el país posiciones de gran potencia, Putin parece lejos de planear su retiro.

Las cifras son la mejor demostración de los logros de su gestión: la economía rusa en los últimos años han crecido a ritmos del 7 por ciento anual, las reservas de divisa del país suman más de 525.000 millones de dólares y los precios de los hidrocarburos, una de la principales riquezas de Rusia, continúan su ascenso.

Politólogos y economistas manifiestan distintos puntos de vista sobre la influencia de la coyuntura internacional en la estabilización de la economía de Rusia, pero lo que es indudable, como lo demuestran las encuestas, es que la abrumadora mayoría de los rusos atribuye el mérito a Putin.

Las críticas de Occidente y de los opositores locales por los retrocesos en el ámbito democrático, la libertad de prensa y el respeto de los derechos humanos prácticamente no hacen mella en la opinión pública rusa, alineada con Putin, el líder más popular del país desde tiempos de Stalin.

Putin pudo haberse ahorrado problemas modificando la Constitución. Sin embargo, optó por cumplir la palabra que había empeñado y respaldó la candidatura de un sucesor, Dmitri Medvédev, su hombre de mayor confianza, con quien ha trabajado codo a codo en los últimos 17 años. Ahora, previsiblemente, empezarán las luchas.