Beirut

El grupo chií Hezbolá y la mayoría parlamentaria se acusaron ayer mutuamente de haber desencadenado la crisis actual en Líbano. Mientras, se agrava la situación en Beirut, donde estallaron violentos enfrentamientos, con al menos dos muertos, después de que el líder chií, Hassan Nasralá, acusara al Gobierno de haber declarado la guerra a su grupo por su decisión de desmantelar su red de comunicaciones y prometió «cortar la mano» que está intentando hacerlo.

Los enfrentamientos se iniciaron en la céntrica zona beirutí de Corniche Masra, zona musulmana, y se extendieron a los barrios de Ras el Nabah, Beshara al Juri y Barbur, así como al valle de la Bekaa en el este del Líbano, uno de los feudos de Hezbolá.

Según fuentes de la Policía y los canales locales, varios proyectiles de mortero cayeron en algunos edificios a los que los bomberos no pudieron acercarse debido a los disparos de francotiradores y milicianos.

Cuatro horas después de la declaración de Nasralá, el líder de la mayoría parlamentaria, el suní Saad Hariri, apareció ante los medios para pedir a Hezbolá que retirara a sus hombres de las calles, y acusó al grupo pro iraní de querer llevar al país a un conflicto confesional entre chiíes y suníes.

Asimismo, instó al grupo a sentarse en la mesa de negociaciones para la elección inmediata del jefe del Ejército, Michel Sleiman, como presidente del país, para dar así la oportunidad a las Fuerzas Armadas de que se hagan cargo de la seguridad y comenzar una nueva ronda de negociaciones.

Sin embargo, sobre la polémica decisión de desmontar la red de comunicaciones, Hariri se limitó a explicar que Hezbolá había malinterpretado la medida del Ejecutivo y precisó que su objetivo no es beneficiar a Israel.

Ambos líderes insistieron en el peligro de que se produzca una «fitna» (conflicto confesional) entre chiíes y suníes, pero se acusaron mutuamente de querer provocarlo. En sus alocuciones, las referencias a la comunicada cristiana maronita, que se encuentra dividida entre quienes apoyan a la oposición y los que están con la mayoría parlamentaria, han desaparecido.

El miércoles, los seguidores de Nasralá, en el contexto de una huelga general convocada para protestar por la carestía de la vida, cortaron los accesos del aeropuerto y amenazaron con no reabrirlos hasta que el Gobierno se retracte de su decisión de acabar con las telecomunicaciones de Hezbolá, que el grupo considera como su principal arma.

Las tensiones entre la mayoría parlamentaria y la oposición se remontan a noviembre de 2006, cuando los ministros chiíes abandonaron el Ejecutivo y aseguraron que no volverían hasta que les fuera asegurado el derecho a veto en el Gobierno.