Washington

El senador demócrata por Illinois Barack Obama quiere que su anunciada victoria de ayer en las primarias de Oregón sea «un gran hito» que selle de modo definitivo su nominación como candidato del partido del asno a la Casa Blanca. No obstante, su rival, la senadora por Nueva York Hillary Clinton, la gran favorita en las otras primarias del día, las de Kentucky, le ha advertido de que modere sus prisas en la carrera hacia la Casa Blanca: «Esto está muy lejos de haber terminado», dijo ayer.

Las encuestas daban anoche por ganador, con un margen de diez puntos, a Obama en Oregón, mientras que otorgaban treinta puntos de diferencia a Clinton en Kentucky. Anoche, al cierre de esta edición, las urnas permanecían abiertas en los dos estados, aunque cualquier resultado que no fuera el anunciado era considerado más que improbable.

Según «The Washington Post», Obama contaba antes de las elecciones de ayer con 1.915 de los 2.026 delegados necesarios para la nominación, de los que 305 son superdelegados -miembros del aparato demócrata y cargos electos- que le han prometido el voto, pero que pueden cambiarlo. Su rival se tenía que contentar con casi 200 menos (1.721, de ellos 278 superdelegados).

Dadas las previsiones y el sistema proporcional empleado por los demócratas -y habida cuenta de que Oregón aporta 65 delegados, y Kentucky, 60- Obama tendrá que esperar aún para proclamar su victoria. En realidad, lo que el senador espera es que su amplia victoria en Oregón convenza a los más de 200 superdelegados que todavía no se han pronunciado, acelerando de este modo el alineamiento de la elite demócrata en torno de él.

Frente a Obama, Clinton espera blandir de modo adecuado su victoria en Kentucky y, de ese modo, condicionar la reunión clave que el aparato demócrata debe mantener el próximo día 31. En ella se dilucidará si finalmente se cuentan los resultados de Michigan y Florida, estados donde ganó Clinton. Los demócratas de Michigan y Florida fueron castigados a quedar fuera del cómputo por cambiar la fecha de sus primarias sin el consentimiento de la dirección nacional del partido. Michigan, Florida y los superdelegados dudosos son, realmente, las únicas bazas de Clinton, pero es seguro que las jugará hasta el final.

Con todo, a día de hoy, nadie duda que Obama será el candidato y el propio senador por Illinois ya se comporta como tal, haciendo campaña a escala nacional y apuntando sus dardos más hacia su rival republicano, John McCain, que hacia Clinton. Obama y su entorno consideran que la guerra fratricida demócrata debe acabar cuanto antes, para que el partido muestre una unidad que le permita conquistar las elecciones de noviembre. El triunfo demócrata no ofrecía dudas hace unos meses, pero el profundo desgaste que se ha vivido en las primarias hace que las cosas ya no estén tan claras.

Pero para que la guerra acabe es necesario que Clinton se rinda, cosa que no parece fácil mientras piense que cuenta con una posibilidad: «Más gente ha votado por mí que por mi oponente», afirmó la senadora, convencida de que los resultados de Florida y Michigan serán al fin juzgados válidos.