Oviedo / Washington

E. FUENTES / Agencias

El senador demócrata por Illinois Barack Obama anunció ayer que ha logrado la mayoría de los delegados de su partido que son atribuidos en las urnas, lo que le coloca a un paso de conseguir la candidatura a la Casa Blanca. Su rival, la senadora por Nueva York Hillary Clinton, insiste, sin embargo, en que la confrontación sigue abierta y en que es ella quien gana en votos populares, ya que, sostiene, deben contarse las anuladas votaciones de Florida y Michigan (véase más información en esta misma página).

Sin esperar a conocer los datos de las primarias de Oregón, donde Obama ganó, como estaba previsto, y pese a sufrir una rotunda derrota en Kentucky, el senador anunció que ha rebasado la mitad de los 3.253 delegados elegidos en las urnas que acudirán a la Convención Demócrata de Denver (Colorado), a la que asistirán un total de 4.056.

Según «The Washington Post», -las cifras varían ligeramente en función del medio que se consulte-, Obama cuenta ya con 1.962 delegados, de los que 309 son superdelegados, luego ha obtenido 1.673 en las urnas. Su rival, con 1.779 compromisarios, tiene el apoyo de 280 superdelegados, o sea, que ha logrado 1.499 en las urnas, 174 menos que Obama.

Quedan por atribuir 256 puestos para la convención presidencial, de los que, según el citado diario, sólo 36 serán adjudicados en las urnas, siendo 220 los superdelegados que faltan por pronunciarse. Algunos de ellos no lo harán hasta la propia convención y no faltarán quienes, habiendo prometido apoyo a un candidato, cambien de bando en el último momento.

Así las cosas, es fácil entender que ninguno de los dos candidatos puede conseguir la cifra mágica de 2.026 delegados -que da la mayoría absoluta- sólo con el concurso de las escasas urnas restantes. De ahí que, como ha venido señalándose desde el pasado mes de abril, la última decisión está en manos del aparato demócrata, esto es, de los superdelegados, que son altos cargos electos en su mayor parte. Ahora bien, aunque no es en absoluto descartable, no parece muy probable que la influencia de Hillary Clinton sobre el aparato demócrata llegue hasta el punto de conseguir darle lo que las urnas le han negado: la nominación para luchar con el republicano John McCain por la Casa Blanca.