Pekín / Oviedo

Al menos 156 personas murieron y más de 800 resultaron heridas el domingo en violentos disturbios registrados en Urumqi, la capital de la región autónoma china de Xinjiang, poblada en su mayoría por musulmanes, y de los que las autoridades regionales han responsabilizado al Congreso Mundial Uigur (CMU) y a su líder, Rebiya Kadeer. Este grupo de uigures en el exilio niega rotundamente tener algo que ver con la que califica de «protesta pacífica» y denuncia que las fuerzas de seguridad chinas emprendieron una «brutal represión».

Las autoridades lograron restablecer ayer la calma en Urumqi, donde los incidentes dejaron el domingo numerosos coches y autobuses incendiados, así como algunas tiendas y edificios dañados.

El origen de las protestas se remonta a la muerte de dos trabajadores uigures en la provincia de Guandong (Sur) a finales de junio tras ser apaleados por una multitud que los acusaba de haber agredido a una compañera de etnia han, la mayoritaria en China.

Sin embargo, las versiones sobre los acontecimientos del domingo divergen. Mientras desde el Gobierno de Xinjiang se apuntó ayer directamente a los separatistas uigures y los medios estatales hablaron de jóvenes uigures armados que atacaron a residentes han, desde el CMU se habló de una protesta no violenta que, sin embargo, fue duramente reprimida por las fuerzas del orden chinas.

En un comunicado recogido por la agencia oficial «Xinhua», el Gobierno de Xinjiang aseguró que las investigaciones iniciales demuestran que los incidentes fueron planeados por el CMU, cuya líder, Rebiya Kadeer, es una conocida empresaria que ya fue detenida en 1999 acusada de atentar contra la seguridad nacional. Kadeer fue puesta en libertad bajo fianza en marzo de 2005 para recibir tratamiento médico en Estados Unidos.

Las autoridades chinas han aumentado las restricciones que pesan sobre internet en Xinjiang, en un intento de restringir la información relativa a los disturbios. Amnistía Internacional afirmó que la «brutal represión policial» es ejemplo de las «amenazas» a las que se enfrenta la etnia uigur en China.