Moscú / Oviedo

El presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo ruso, Dimitri Medvedev, cerraron ayer en Moscú un compromiso de principio para firmar antes de fin de año un tratado (START) que reduzca un tercio, durante siete años, los arsenales nucleares de ambos países. El acuerdo sobre el mayor recorte de armas atómicas jamás pactado se produjo en la primera jornada de la visita de Obama a Moscú, en la que también quedaron patentes las discrepancias entre ambas potencias y, por encima de todas, el sistema antimisiles proyectado por Bush en el este de Europa, sobre el que ambos presidentes se comprometieron a seguir negociando.

El nuevo START, que sustituiría al vigente desde 1991, situará el máximo de cabezas nucleares de cada país entre 1.500 y 1.675. Los vehículos necesarios para transportar esas armas -misiles, bombarderos y submarinos- quedarán fijados en una horquilla de 500 a 1.100. El START que expira en diciembre establece un límite de 2.200 cabezas nucleares y 1.600 vehículos.

Durante una rueda de prensa conjunta, ambos líderes mencionaron las diferencias que persisten entre ellos: además del ya citado escudo, está la insistencia por parte de EE UU en defender la integridad territorial de Georgia. No obstante, subrayaron los aspectos positivos de una relación congelada por la guerra de Georgia del pasado verano y que ahora se ve reactivada con la visita de Obama a Moscú.

El inquilino de la Casa Blanca calificó a Medvedev como un líder «directo y profesional» que comprende los intereses del pueblo ruso y quiere comprender los de Estados Unidos, y añadió: «Hemos decidido reanudar las relaciones Estados Unidos-Rusia para que podamos colaborar con una mayor eficacia».