Washington / Oviedo

El presidente de EE UU, Barack Obama, ha convertido su plan de reforma sanitaria en una de sus máximas prioridades y los republicanos no han dudado en volver a tacharle de «socialista» por su propuesta.

Michael Steele, director del Comité Nacional Republicano, acusó a Obama de aventurarse con un «experimento peligroso» que en su opinión sólo servirá para dañar la economía y forzar a millones de estadounidenses a renunciar a su actual cobertura sanitaria.

El Comité de Salud del Senado aprobó la semana pasada, por 13 votos a favor y 10 en contra, un proyecto de ley de reforma sanitaria que pretende extender la cobertura a la totalidad de la población estadounidense y que los seguros médicos sean más efectivos y a un precio menos escandaloso. Unos 45 millones de ciudadanos carecen actualmente de seguro médico y los precios se han duplicado en los últimos diez años.

Obama volvió a salir ayer en defensa de su propuesta de reforma y aseguró que es el momento de actuar y acabar con el estado actual de cosas porque, si no, la situación empeorará considerablemente. «Hemos hablado de este tema hasta el cansancio, un año tras otro, pero a menos que actuemos, y actuemos ahora, nada cambiará y las cosas sólo se van a poner peor», advirtió.

Entre tanto, al cumplirse seis meses de su mandato, la popularidad de Obama ha decaído y, por primer vez, se sitúa por debajo del 60%, con un 59% de personas consultadas que aprueba su gestión, según un sondeo de «The Washington Post» y la cadena ABC.