Sólo pueden predicar una moral en condiciones quienes se han tomado la molestia de ponerla a prueba, violándola con intensidad. Verbigracia, Iris Robinson. La esposa sexagenaria del dimisionario primer ministro norirlandés encontraba en el sexo con un joven de 19 años la energía para alimentar su intransigencia sexual. Una vez saciada, la parlamentaria descargaba sobre los homosexuales un fragmento condenatorio del Levítico, omitiendo que ese libro bíblico también penaliza el adulterio. Su marido ya la ha perdonado, tal vez porque los escarceos se producían en el lecho conyugal, en una especie de homenaje que recuerda a Marie Curie acostándose con sus amantes bajo un gigantesco retrato de su esposo, Pierre. En efecto, el conjunto recuerda al guión poco elaborado de una película pornográfica, pero no vamos a pasarnos el día hablando de Al Qaeda.

Distanciados por la edad, Iris Robinson y su juvenil amante estaban ligados por la pasión y el dinero, la primera relación sexual de conveniencia en la que ambos cobraban por sus prestaciones. La diputada no sólo exigió una cuota del dinero que obtuvo para su enamorado, sino que le reclamó la devolución cuando el fuego se extinguió. La enemiga del libertinaje también reforzó sus convicciones puritanas acostándose con el padre del muchacho, de profesión carnicero, para introducir un personaje nuclear del cine erótico, antes de la intrusión en el género del fornido fontanero polaco.

No vamos a engañarnos. Las corruptelas económicas de la primera dama del Ulster no darían para una columna, y un político con amantes incurre en la vulgaridad. El vértigo de los cuarenta años de diferencia -Berlusconi conserva el récord, con 54 años de margen- enriquece este porno norirlandés, con actores profesionales y bien remunerados. En su admisión de los hechos, Iris Robinson destacó que «Cristo ya me ha perdonado». Sin embargo, se guardó de extender esa divina reconciliación a los colectivos a quienes había denigrado por su sexualidad. Sucesos así no sólo ocurren en el Reino Unido, pero sólo allí liquidan una carrera política.