Londres / Kabul / Oviedo

La comunidad internacional se comprometerá a permanecer al menos otros cinco años en Afganistán, mientras las fuerzas afganas asumen poco a poco la seguridad del país, durante la conferencia que se celebrará este jueves en Londres, según el borrador de la declaración final al que ayer tuvo acceso el diario británico «The Times».

El otro punto clave de la reunión será un acuerdo en virtud del cual pagarán sobornos por valor de cientos de millones de euros a importantes insurgentes con el fin de conseguir que éstos abandonen las armas, reveló el diario en su edición de este lunes.

El primer ministro británico, Gordon Brown, anfitrión del encuentro, será el encargado de presentar el plan para la estabilización de Afganistán. Dicho plan promete «un lugar honorable en la sociedad» a aquellos que corten sus vínculos con «Al Qaeda y otros grupos terroristas» y estará financiado por un «Fondo de Confianza para la Paz y la Reintegración» para los próximos tres años.

Según el diario, este fondo estará financiado principalmente por Reino Unido, Estados Unidos y Japón. La declaración final fija un calendario que es mucho menos optimista del adelantado por el presidente estadounidense, Barack Obama, quien apuntó que las tropas de su país podrían comenzar a retirarse a mediados de 2011. Según el borrador al que ha tenido acceso el «Times», las fuerzas afganas deberán «asumir el liderazgo y realizar la mayoría de las operaciones en las zonas inseguras de Afganistán en un plazo de tres años y asumir la seguridad física en un plazo de cinco años».

En declaraciones al diario «Financial Times», el general estadounidense Stanley McChrystal, comandante en jefe de las fuerzas de EE UU y la OTAN en Afganistán, defendió ayer la posibilidad de que los talibanes tengan un papel en un futuro gobierno afgano. McChrystal explica que «todos los afganos pueden desempeñar un papel si miran al futuro y no al pasado».

EE UU inició en octubre de 2001 la guerra de Afganistán para deponer al régimen talibán por prestar cobertura a Al Qaeda, a la que acusaba y acusa de los atentados del 11 de septiembre. El general McChrystal reconoce el creciente escepticismo sobre la guerra en ese país, pero se muestra confiado en que la llegada de un contingente adicional de 30.000 soldados estadounidenses va a suponer un importante progreso.

Utilizando esos nuevos refuerzos para crear un arco de territorio seguro desde las plazas fuertes de los talibanes en el Sur hasta Kabul, McChrystal se propone debilitar a los insurgentes hasta tal punto que sus líderes se ven obligados a aceptar algún tipo de acuerdo con el Gobierno afgano.

Su plan consiste en utilizar esos 30.000 militares norteamericanos y otros 7.000 de los aliados de la OTAN para abrir un paraguas de seguridad que cubra a un 85 por ciento de la población en las provincias de Kandahar y Helmand, bastiones talibanes, lo que permitirá el desarrollo del comercio y al Gobierno afgano extender hasta allí su radio de acción.

«Como soldado, mi impresión es que ya se ha combatido bastante. Lo que creo que debemos hacer ahora es intentar crear las condiciones que permitan a la gente llegar a una solución equitativa sobre la forma en que serán gobernados», explica el general. El número de bajas mortales de las fuerzas aliadas se incrementó un 70% en 2009 respecto a las pérdidas de 2008.