Oviedo, Eugenio FUENTES

La defensa de los inmigrantes, los parados y los homosexuales, así como el reconocimiento del valor de la libertad religiosa y la reivindicación del pensamiento laico fueron los ejes centrales del discurso que ayer pronunció en Washington el presidente Zapatero, ponente invitado en el Desayuno de Oración. La aceptación de esta invitación ha valido a Zapatero fuertes críticas tanto por el carácter religioso del acto como por estar organizado por el grupo de presión ultraconservador The Family, calificado de fundamentalista y secreto.

Zapatero, agnóstico declarado, participó en el Desayuno, al que asistieron 3.000 políticos y empresarios de todo el mundo, por invitación expresa del presidente de EE UU, Barack Obama, que acudió en compañía de su mujer, Michelle. También estaban presentes el vicepresidente, Joseph Biden, y la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Zapatero, Obama y Clinton fueron los oradores principales de un acto en el que plegarias y música religiosa se sucedieron durante dos horas.

El presidente del Gobierno, que acudió a Washington acompañado de una delegación de diputados de cinco partidos y de empresarios de diversos sectores, incluidos los medios de comunicación, arrancó con un reconocimiento al valor de la libertad religiosa y rindió homenaje al papel de EE UU en la conquista de las libertades. Esto le permitió enfatizar que EE UU, como España, a la que se refirió como «nación forjada en la diversidad», debe mucho a los inmigrantes.

Fue aquí cuando Zapatero incluyó la cita bíblica que, dada la naturaleza del acto, se consideraba insoslayable y cuyo tenor había despertado curiosidad. El Presidente escogió un pasaje del capítulo 24 del Deuteronomio en el que Moisés previene a los judíos contra la explotación de los jornaleros: «No explotes al jornalero pobre y necesitado (...), su vida depende de su jornal» (ver texto íntegro en página 35). Según precisó horas más tarde el teólogo y profesor de la Universidad de Navarra Francisco Varo, citado por «Europa Press», Zapatero eludió el final del versículo, ya que en él se asegura que evitando la explotación se evitará incurrir en pecado.

El orador extendió su defensa de los inmigrantes, y de su «buena integración», a la de quienes pasan hambre y miseria, con una alusión explícita a las víctimas del terremoto de Haití. Proclamó, además, su compromiso con los parados y con la obligación de crear empleo. Tras esta primera parte con alusiones religiosas, Zapatero dio paso a los contenidos laicos de su discurso.

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