Bruselas, José Manuel SANZ

No sólo la ayuda financiera a la endeudada Grecia divide a los gobiernos europeos, también el diseño de la futura estrategia económica amenaza con encender la cumbre que la UE celebrará a partir de hoy en Bruselas.

Los gobernantes de la UE se reúnen hoy y mañana en la capital belga con la intención de aprobar las líneas generales de un nuevo plan destinado a superar definitivamente la crisis y dotar a Europa, a medio plazo, de un crecimiento económico más sostenible.

Se pretende que la crisis griega no «contamine» la agenda de la cumbre propiamente dicha, para lo que continúa preparándose una reunión previa de los 16 miembros de la zona euro que decida sobre el mecanismo de una eventual ayuda financiera a Atenas.

Pero el Gobierno alemán sigue oponiéndose a un acuerdo sobre la cuestión en estos momentos, a pocas semanas de unas elecciones regionales clave para la coalición democristiano-liberal que dirige Angela Merkel.

La propuesta elaborada por la Comisión Europea sobre la nueva estrategia económica, principal tema del orden del día, suscita, por su lado, un sinfín de interrogantes.

Tanto es así que si se tratara de incorporar todas las observaciones apuntadas el lunes por los ministros que prepararon el debate de los líderes, la cumbre acabaría el viernes sin conclusiones porque «son mutuamente contradictorias», según reconocían ayer fuentes diplomáticas.

Bajo el eslogan «Europa 2020», la Comisión de la UE ha presentado un programa de modernización económica y reformas que trata de aprender de los errores del pasado, con menos objetivos cuantificados y reglas de vigilancia más estrechas. Pero ni sobre los objetivos ni sobre las reglas hay consenso todavía.

La principal novedad respecto a la fracasada «Estrategia de Lisboa» (2000-2010) es que se quiere involucrar en ella a los jefes de Estado o Gobierno. Si se aceptara este principio, el Consejo Europeo se convertiría en el embrión de un auténtico «gobierno económico» de Europa, la pata que siempre ha faltado en el diseño de la unión «económica y monetaria» acordado en la histórica cumbre de Maastricht (1991) que dio origen al euro.

El presidente permanente, Herman Van Rompuy, apoya esta evolución y propone, además, que los líderes europeos abran en la cena de hoy un debate sobre «el desafío de la competitividad» y los desequilibrios en las balanzas de pagos.

«Se trata de una novedad total», aseguraba hoy un veterano diplomático, ya que supone que entre los gobernantes europeos empiece a discutirse de impuestos, rentas salariales o mercados de trabajo, ámbitos todos considerados hasta ahora coto nacional.

Van Rompuy ha provocado cierta alarma en algunas capitales al afirmar que «la necesidad de una acción política es especialmente apremiante en los estados miembros que exhiben amplios y persistentes déficits por cuenta corriente y grandes pérdidas de competitividad».

España, uno de los aludidos, afirma no temer este debate, porque va en la dirección de una mejor gobernanza europea y favorecerá con el tiempo la integración. La vicepresidenta segunda, Elena Salgado, se ha adelantado a la iniciativa y ha propuesto a sus colegas del Eurogrupo que el caso español sea de los primeros en someterse en ese foro al examen de los pares.