La Coruña, Pilar MERA

Conoce su árbol genealógico al dedillo, desde los primos lejanos de la localidad asturiana de Moriyón, hasta los tíos abuelos de Muruxás, la aldea de gallega de donde emigró su padre hace cien años y a la que ella viaja con sus tres hijas casi todos los veranos. Diana Villarnovo López nació y se crió en Washington, en una de las miles de familias hispanas que nutren Estados Unidos, pero tiene claras sus raíces. Quizá por eso, y por su carrera como abogada especializada en grandes fusiones de empresas, la Administración Obama decidió ficharla para trabajar con Hillary Clinton como asesora de negocios del Gobierno estadounidense

Una tarde de junio de 1953, la asturiana Asunción Robledo y el gallego José Villarnovo se conocieron en una cafetería de Washington en la que se resguardaban de la lluvia. De aquel encuentro fortuito nació una de las miles de familias hispanas que hoy nutren el país de las oportunidades, formada por un matrimonio de emigrantes españoles y tres hijos: Rafael, María Asunción y Diana. Mitad estadounidense mitad asturiana y gallega, ésta última es uno de los fichajes de la Administración de Barack Obama, que la ha contratado como asesora del Departamento de Estado -equivalente al Ministerio de Exteriores- que dirige Hillary Clinton.

«Soy asesora jefe para negocios y asuntos comerciales del Departamento de Estado», dice Diana con un marcado acento yanqui aunque en perfecto español, el idioma que se hablaba en la casa donde nació y se crió en Washington y el que ella usa ahora con sus tres hijas: Raquel, Andrea y Gabriella. Tres nombres españoles escogidos a conciencia en honor a la mujer de uno de sus primos gallegos, a su abuela de Muruxás -la aldea del municipio coruñés de Cedeira de donde procedía su padre-, y a la voluntad de su madre asturiana, natural de Moriyón de Miravalles, en Villaviciosa.

Todos estos son lugares a los que Diana viaja cada verano, desde hace quince años, para mantener el contacto con su familia española y disfrutar del contraste que le ofrecen Asturias y Galicia respecto a su ajetreada vida en Washington y Nueva York. «En Estados Unidos la vida es más complicada, trabajamos mucho y tenemos menos tiempo. Me encanta ir a Moriyón y a Cedeira, allí me siento en casa y además es muy divertido para mí y para mis hijas, porque tenemos muchos primos», dice entre risas esta abogada que, pese a vivir en el centro del mundo, conoce al detalle la historia de su familia en la España verde.

Y es que Diana Villarnovo López no se avergüenza de sus raíces, sino todo lo contrario. En el día a día de su trabajo en las altas esferas ha reducido su primer apellido paterno, Villarnovo, a una simple V tras comprobar «que a los estadounidenses les cuesta mucho pronunciarlo». Pero mantiene el segundo, López, con todas las letras, en lugar de poner el de su marido, un abogado también hijo de europeos.

Tanto ella como sus hijas acaban de conseguir la nacionalidad española, aunque de momento Diana no podrá usar otro pasaporte que el estadounidense precisamente por exigencias de su nuevo trabajo. Llegó al cargo en enero, aunque el proceso viene de antes «porque todo esto requiere mucho papeleo». Su función es ayudar a las empresas estadounidenses a mejorar sus exportaciones, supervisando los problemas burocráticos y normativos con los que se encuentran en su camino a la expansión. Para ello, debe viajar por todo el mundo, allí donde haya intereses económicos para EE UU o nuevos mercados. En apenas tres meses desde que fue nombrada, ya ha estado en Serbia y Croacia -«unos mercados estratégicos, fundamentales para mantener la paz en la región»-. Su tercer destino ha sido precisamente Madrid, donde esta semana Diana se reunió con empresarios españoles y estadounidenses en varios encuentros en la Embajada.

Y es que el presidente Barack Obama se ha propuesto duplicar las exportaciones de las empresas estadounidenses en los próximos cinco años (la exportación sólo supone un 13% del PIB de Estados Unidos), un ambicioso plan de la Casa Blanca con el que prevé generar unos dos millones de empleos, para lo que ha constituido un gabinete especial de promoción de las exportaciones.

Antes de dar el salto a la diplomacia internacional, Diana Villarnovo López trabajó durante casi 30 años como abogada, los últimos 17 en Skadden, un bufete especializado en relaciones comerciales transnacionales. Desde su despacho en los rascacielos de Manhattan, dirigió billonarias fusiones y adquisiciones de empresas de todo el mundo, como la venezolana Electricidad de Caracas o Dragados. Una trayectoria de éxito y unos contactos en el mundillo del mercado internacional que sin duda fueron determinantes para que el departamento que dirige su jefa Hillary Clinton apostara por ella. Eso, y su pertenencia a la comunidad hispana, un grupo social que cada vez pesa más en la sociedad y la cultura estadounidense y a la que Barack Obama reservó un lugar preferente durante su campaña y primer año de Gobierno.

La propia Diana cita el ejemplo de Sonia Sotomayor -una hija de portorriqueños a la que Obama otorgó el honor de ser la primera hispana en presidir el Tribunal Supremo estadounidense- y aplaude la cultura de la meritocracia que impera en EE UU: «Ni ella ni yo, ambas mujeres, hijas de inmigrantes y, en mi caso, madre de familia, habríamos llegado tan lejos en España o en cualquier otro país. Aquí el que trabaja puede conseguir cualquier cosa».

Sobre las expectativas que se han puesto en Barack Obama para cambiar la reputación de los Estados Unidos a nivel internacional, la abogada confía en que la histórica reforma sanitaria aprobada hace una semana en el Congreso «le ayudará mucho, dentro y fuera de EEUU, porque mejorará la economía y será muy importante para todos los americanos, sobre todo para los que han perdido su trabajo por la crisis». También confía en que, con su trabajo, pueda mostrar a la gente de todo el mundo «que no hay por qué tener recelos de Estados Unidos».