El presidente ruso, Dmitri Medvédev, llamó hoy a la unidad para hacer frente a los nuevos desafíos y amenazas globales, en su discurso en la Plaza Roja con motivo del 65 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi.

"Las lecciones de la II Guerra Mundial nos llaman a la solidaridad. La paz es frágil, como lo ha sido siempre, y estamos obligados a recordar que la guerra no empieza de repente", dijo.

Según el jefe del Kremlin, "el mal acumula fuerzas si se retrocede ante él, si se trata de no prestarle atención".

"Sólo juntos podemos hacer frente a las amenazas actuales, sólo sobre la base de la buena vecindad podemos solucionar los problemas de seguridad global, para que los ideales de la justicia y el bien triunfen en todo el mundo, y la vida de las futuras generaciones sea libre y feliz", afirmó.

Recordó que en la parada militar participan soldados de los países aliados contra la Alemania nazi y también de tropas de los países de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes.

"Esta formación única es un testimonio de nuestra voluntad común de defender la paz y no permitir una revisión de los resultados de la guerra, de no permitir nuevas tragedias", dijo.

Medvédev tomó la palabra después de que el ministro de Defensa ruso, Anatoli Serdiukov, pasara revista a las tropas.

Tras el discurso sonó el himno de Rusia, que dio inicio al desfile por el adoquinado de la Plaza Roja de 11.500 soldados rusos, de países de la CEI y de Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Polonia, al que sigue el paso de 159 vehículos militares.

Además, 127 aviones militares surcarán los cielos de la capital rusa.

Cierran la parada orquestas militares de Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Rusia.

Asisten a la ceremonia tres mil veteranos, unos 200 procedentes de otros 24 países.

Entre la treintena de líderes extranjeros asistentes se encuentran la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente israelí, Simon Peres, y el dirigente chino, Hu Jintao.

La víspera, el jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se vieron obligados a anular su viaje a Moscú debido a las reuniones para tratar la crisis económica en Europa.