Oviedo, Luis MUÑIZ

Conservadores y liberales demócratas británicos se reunieron ayer a puerta cerrada para seguir negociando el estatus de su futura relación: un Gobierno estable sustentado por un acuerdo programático o un Ejecutivo «tory» en minoría con apoyos puntuales de los «lib dem». El encuentro fue calificado de «productivo» por fuentes de ambos partidos, y el «número dos» de los conservadores, William Hague, desveló que en él se habían abordado «reformas políticas», en alusión a los cambios en el sistema electoral que exigen los de Nick Clegg y que pueden convertirse en un obstáculo insalvable para la consecución de un acuerdo.

Ambas formaciones confirmaron también que los asuntos económicos habían copado la sesión y que se habían analizado distintas propuestas de «reducción del déficit». Nada más trascendió del contenido de unas reuniones que se celebran contra el reloj. Los «tories» son los que tienen más prisa: quieren llevar un poco de tranquilidad a la atribulada City, inquieta por el efecto que hoy pueda tener en los mercados la incertidumbre política en la que han sumido al país los resultados de las elecciones del jueves, que ganaron los conservadores (306 escaños, a 20 de la mayoría absoluta).

Hague volvió ayer a hablar del espíritu constructivo que preside la negociación con los liberales demócratas. «Somos muy conscientes de la necesidad de dar al país un nuevo Gobierno estable y legítimo cuanto antes», dijo el potencial ministro de Exteriores de un Ejecutivo «tory» a los periodistas, informa «Efe.

A su llegada a la cita con los de Nick Clegg, Hague afirmó que las partes siguen dialogando en el clima «amistoso» que ya marcó los «encuentros iniciales» celebrados por los respectivos líderes el viernes y el sábado por la noche.

Hague quedó ayer retratado en una carta filtrada al dominical «The Observer», en la que, dirigiéndose a David Cameron como si ya fuera ministro de Exteriores, muestra a las claras su euroescepticismo y afirma que la relación del Reino Unido con la UE «ha cambiado tras las elecciones». La misiva, claro, fue escrita antes del jueves.

La sorpresa de la jornada fue la entrevista de Clegg con el primer ministro en ejercicio, el laborista Gordon Brown, la primera desde el día de las elecciones. Brown, cuyo partido perdió 91 de los 349 escaños que tenía en los Comunes, ha tentado a los «lib dem» con la posibilidad de convocar un referéndum sobre una eventual reforma electoral, mientras que Cameron sólo les ofrece crear una comisión para estudiar el asunto. Muy poco para los liberales demócratas, quienes, con un sistema proporcional como el que reclaman, hubieran sacado el jueves 106 diputados más (sólo obtuvieron 57), según un cálculo que ayer publicó «The Independent».

Según otro sondeo, éste difundido por «The Sunday Times», casi dos tercios de los votantes consideran que Brown debería «aceptar la derrota». Sin embargo, en un correo electrónico enviado a los militantes, Brown reiteró que su deber como primer ministro es tratar de «resolver» la actual situación de incertidumbre política y que seguirá en el cargo hasta que concluyan las negociaciones entre conservadores y liberales demócratas. Eso, si se saldan con éxito; si no, llegará su turno y será él quien corteje a los «lib dem».